Las protestas nacionales en Baréin, que comenzaron el 14 de febrero de 2011, atrajeron a un gran número de personas a las calles, hasta que alcanzaron su punto máximo el 22 de febrero del mencionado año, cuando unos 100 000 manifestantes reunidos en la plaza de Lulu (Perla) hicieron escuchar su voz contra el régimen gobernante.
El régimen de Al Jalifa tiene la intención de vincular las protestas que buscan lograr la democracia y deshacerse de la tiranía con otros temas, incluidos la provocación extranjera y el sectarismo.
Pero, lo que está sucediendo en Baréin es el levantamiento y la revolución del pueblo contra el sistema hereditario y autoritario, porque, junto con los chiíes, que forman más del 70 % de la población, muchas minorías suníes, congregándose en la plaza de Lulu, pidieron el fin del régimen de los Al Jalifa y el establecimiento de un gobierno basado en el voto del pueblo.
Con ocasión del 10.º aniversario de su revolución, los bareiníes salieron a las calles el sábado por la noche en diferentes partes de este pequeño país del Golfo Pérsico, portando pancartas y manuscritos con fotografías de los líderes de la revolución y sus mártires, bajo la consigna de continuar el camino de la lucha y la resistencia hacer alcanzar la victoria.
“La violencia intensa, las tropas mercenarias y los numerosos métodos de tortura no pueden silenciar la voz del pueblo de Baréin, ni silenciar a la oposición”, subrayó el sábado el líder bareiní, el sheij Isa Ahmad Qasem.
En su Informe Mundial 2021 difundido en enero en el sitio web de la oenegé, la organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW) alertó que, en 2020, las autoridades de Baréin intensificaron la represión contra la actividad en línea y en las redes sociales y procesaron a los críticos por la expresión pacífica, mientras que los tribunales confirmaron condenas a muerte contra activistas de la oposición después de juicios injustos.
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