• El entrenador francés del Real Madrid, Zinedine Zidane, aplaude a sus jugadores en equipo ante Getafe, 14 de octubre de 2017.
Publicada: miércoles, 18 de octubre de 2017 11:16

El gesto del entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane, en los momentos más complicados de su equipo explica por qué sus jugadores lo adoran.

Real Madrid igualó 1-1 ante el Tottenham en el partido de este martes por la tercera jornada de la Liga de Campeones, mientras su entrenador insiste en seguir pese al autogol de Raphael Varane, una gestión que le hace adorable entre sus jugadores.

“No me ha sorprendido nada. Lo que tenemos que hacer es insistir. No lo estamos haciendo mal. Hemos tenido un comienzo de Liga complicado en casa. Podemos hacerlo mejor y vamos a intentarlo”, indicó Zidane.

Cuando Zidane se puso al frente del Real Madrid para suplir a Rafa Benítez, muchos empezaron a hablar de la “flor” del entrenador francés, una especie de sucursal de suerte con saldo ilimitado que permitía que el equipo merengue cosechase victorias sin merecerlo. 

Tras la consecución de dos Ligas de Campeones, una Liga muy merecida ante el Barcelona y un total de siete títulos, los que hablaban de aquella flor no han tenido más remedio que callarse. Y más cuando en la presente temporada el Real Madrid está padeciendo una objetiva mala suerte: el equipo merengue genera buen juego y crea ocasiones de calidad, pero sus rematadores están mucho menos acertados de cara a puerta de lo que suele ser habitual.

No me ha sorprendido nada. Lo que tenemos que hacer es insistir. No lo estamos haciendo mal. Hemos tenido un comienzo de Liga complicado en casa. Podemos hacerlo mejor y vamos a intentarlo”, indicó el entrenador del Real Madrid, Zinedine Zidane.

El partido del pasado 14 de octubre ante el Getafe parecía un nuevo capítulo de ese particular síndrome que amenazaba a los merengues con alejarles todavía más del Barcelona en la clasificación. 

Y sin embargo, pese a lo complicado de la situación, hubo un gesto de Zidane nada más encajar gol ante los azulones que representó a la perfección el paradigma de su gestión en el vestuario: cuando Jorge Molina puso el 1-1 en el luminoso, el entrenador francés se quedó quieto, pensativo, casi clavado en el borde del área técnica sin hacer ningún aspaviento. Y unos segundos después, empezó a aplaudir. A animar. A decirles a sus chicos que siguieran jugando. A transmitirles que si había que decir algo, que dar algún grito, lo haría dentro del vestuario. 

Sería Cristiano Ronaldo el que acabaría solventando el partido. Pero más allá de su gol, es esa filosofía de Zidane la que hace que los jugadores del Real Madrid carburen. La receta para ganarse el respeto. La fórmula para ganar títulos. La ecuación ideal para que Zizou no sólo sume 100 encuentros al frente del banquillo del Santiago Bernabéu, sino que tenga el crédito y la confianza de los suyos para seguir haciendo historia.

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