Al imponer la condena a muerte a Mursi, el Gobierno del presidente Abdel Fatah al-Sisi intenta disfrazar la revolución popular de Egipto de una conspiración extranjera", escribe The Washington Post.
“Al imponer la condena a muerte a Mursi, el Gobierno del presidente Abdel Fatah al-Sisi intenta disfrazar la revolución popular de Egipto de una conspiración extranjera”, ha anunciado este lunes el sitio Web egipcio Al-Mesryoon, citando a 'The Washington Post'.
Con ese veredicto contra Mursi y otros destacados miembros de los Hermanos Musulmanes (HHMM), el Ejecutivo de Al-Sisi busca erradicar la revolución de Egipto ( 25 de enero de 2011), e intenta aprobar que esto no fue una revolución popular y liberalista.
Después de ese veredicto, un tribunal en El Cairo, la capital, ha alegado que las fuerzas del Movimiento de Resistencia Islámica Palestina (HAMAS), según un plan previo, pusieron en libertad a Mursi y otros prisioneros durante la revolución de 2011, además de estar implicados en los disturbios en el país.
El sábado, las autoridades judiciales de este país norteafricano anunciaron que la condena a muerte impuesta a Mursi y otros 105 prominentes miembros de los HHMM será remitida al gran mufti de Egipto, Shauqi Alam.
Anteriormente, el líder espiritual de los HHMM, Mohamad Badie, y otros 13 miembros de alto rango del movimiento fueron condenados a la pena capital.
Varios países, individuos y organizaciones como el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, Amnistía Internacional (AI) y HAMAS rechazaron el referido fallo.
Desde el derrocamiento de Mursi el 3 de julio de 2013, las autoridades egipcias, con el aval del presidente Al-Sisi, han reprimido violentamente a los simpatizantes de los HHMM, agrupación a la que pertenece el depuesto mandatario, y que fue declarada “organización terrorista” a finales de 2013.

Como consecuencia de las medidas represivas del Gobierno egipcio, al menos 1400 personas perdieron la vida en las manifestaciones, 15.000 acabaron detenidas y cientos recibieron condenas a muerte.
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