Hay reportes de negligencia y un alza en la cifra de muertes. Los Gobiernos han iniciado investigaciones para conocer la respuesta de estas entidades.
El problema generado posiblemente por la mala respuesta a la pandemia del nuevo coronavirus en las residencias de ancianos se ha expandido por todo el mundo. Hay reportes sobre un alza de los muertos. En el Reino Unido, la principal organización benéfica del sector, Care England, reporta la posibilidad de que las muertes por este virus en esos hogares asciendan a 7500 personas.
Esta cifra es 5 veces mayor de la que elaboró, a principios de la semana, y que decía que había mil 400 casos. Sin embargo, no es solo en el Reino Unido. En otras partes de Europa, como España y Francia, la situación es igual de alarmante. Esto ha desencadenado la ira de los familiares de los fallecidos.
Los familiares denuncian la falta de respuestas claras, de no informes si sus seres fallecidos tenían síntomas o padecían del virus, ni siquiera cuando se comunicaron con sus hogares. Además se revela que no se realizaron pruebas de detección de COVID-19.
En América del norte también hubo casos semejantes y reina un gran pánico en la sociedad.
Los ancianos son los más vulnerables ante la COVID-19. Pero las tragedias atestiguadas por su abandono por parte de los funcionarios en residencias de ancianos, posibles fallos de atención y la posibilidad de que no se aclare nunca la cifra exacta de fallecidos, ha causado que los Gobiernos de EE.UU., Francia, el Reino Unido, Bélgica, España, Canadá y muchos otros, ordenaran una investigación exhaustiva para detectar qué falló exactamente. Esto, para prevenir que tales episodios dolorosos aumenten y se repitan en padres y abuelos dejados allí para que, supuestamente, vivieran en calma y con una atención especial.
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