Según ha informado este domingo el diario nipón Sankei Shimbun, misiles hipersónicos (LRHW) y misiles de crucero Tomahawk figuran entre las armas que podrían ser desplegadas, como sugiere Tokio, posiblemente en la isla sureña de Kyushu.
El reporte asegura que Estados Unidos ha abordado el tema con Japón, que aparentemente le interesa alcanzar un acuerdo al respecto, considerando que ambos países quieren reforzar las islas que separan el mar de la China Oriental del Pacífico occidental por su cercanía a Taiwán, y establecer la “Primera Cadena de Islas” que se extienda hasta Indonesia y limite a las fuerzas de China, según declara la agencia de noticias británica Reuters.
Washington ha aseverado estar al lado de Japón en su disputa territorial con China sobre las disputadas islas, conocidas como Diaoyu en chino y Senkaku en japonés, en el mar de la China Oriental.
Pekín dice que las islas han sido parte de su territorio desde la antigüedad y ha pedido a Estados Unidos que “tome una actitud responsable y deje de hacer comentarios erróneos... y evite complicar el tema y desestabilizar la situación de la zona”.
Estados Unidos mantiene desplegados 61 000 soldados en Japón y 28 000 en la vecina Corea del Sur. De hecho, el país norteamericano ha convertido a China en la pieza central de su política de seguridad nacional y ha aumentado el ritmo de los simulacros con aliados en la región.
En un estudio publicado en 2022, la corporación estadounidense RAND sugirió que ante la ausencia de anfitriones deseosos para los misiles balísticos de alcance intermedio (IRBM, por sus siglas en inglés) del país norteamericano en la región del Indo-Pacífico, Washington debe alentar a Japón a desarrollar un arsenal de misiles propio para poner entre las cuerdas a los barcos chinos, utilizando así a Tokio como un instrumento en su guerra sin restricciones contra Pekín.
Después de que EE.UU. se retirara del Tratado de Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio (INF, por sus siglas en inglés) en 2019, buscó desarrollar y desplegar misiles terrestres con alcances entre 500 y 5500 km.
Esto inmediatamente provocó un debate sobre dónde Estados Unidos desplegaría esos misiles. Dado que China no era signataria del INF y había desarrollado sus propios misiles, los estadounidenses pusieron en la mira a la región del Indo-Pacífico.
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