El Comando Central del Ejército estadounidense anunció el sábado en un comunicado el despliegue la misma jornada de los bombarderos B-52 en la región de Asia Occidental “para disuadir la agresión y proteger a los socios y aliados de EE.UU.”.
“La capacidad de mover fuerzas rápidamente dentro, fuera y alrededor de un teatro (de operaciones) determinado para tomar, retener y explotar la iniciativa es clave para disuadir una posible agresión”, dijo el teniente general Greg Guillot, comandante de la 9.ª Fuerza Aérea de Estados Unidos, al argumentar dicho despliegue.
Con esta misión, precisó la nota, las tripulaciones de los bombarderos se familiarizarán con “el espacio aéreo y las funciones de mando y control de la región” y se “aumentará la preparación general de la fuerza combinada”.
El anuncio salió a luz, después de que el Departamento de Defensa de EE.UU. (el Pentágono) anunciara el pasado martes una significativa reducción de las tropas estadounidenses en Afganistán e Irak, a 2500 militares en cada país.
El repliegue de tales fuerzas de las guerras más allá de las fronteras de este país fue una de las promesas del saliente presidente norteamericano, Donald Trump, en su campaña electoral en 2016.
Aunque Trump emitió órdenes para reducir el número de los soldados en partes de Asia Occidental, incluidos Irak y Siria, EE.UU. nunca ha salido completamente de los conflictos en esa región en los que ha sido involucrado desde hace años.
Mientras en Irak ponen en entredicho la intención de Washington de salir de este país, en Siria, el número real de soldados norteamericanos ha sido una cuestión ambigua, después de que Jim Jeffrey, enviado especial de EE.UU. en Siria, cifrara las tropas en “más de las aproximadamente 200 personas” que Trump inicialmente acordó dejar allí en 2019.
Durante el mandato del magnate republicano, Washington ha consolidado su presencia militar en la zona, incluido en Arabia Saudí, los Emiratos Árabes Unidos (EAU), Baréin y Catar.
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