La semana pasada, Trump anunció que ordenaría un despliegue masivo de “miles y miles de soldados fuertemente armados, efectivos militares y agentes del orden público” con el objetivo de detener la ola de protestas que se ha extendido por todo el país norteamericano a raíz de la muerte de George Floyd mientras se hallaba bajo custodia policial.
Según ha revelado este domingo la cadena estadounidense CNN, el magnate republicano quería tener 10 000 soldados en las calles de Washington D.C., la capital, y otras ciudades, para sofocar a los manifestantes, pero la intervención del secretario estadounidense de Defensa, Mark Esper, y del jefe del Estado Mayor Conjunto, el general Mark Milley, logró convencer al mandatario de que se olvidara de la idea, tras un “tenso y acalorado debate”.
De acuerdo con un funcionario del Departamento norteamericano de Defensa (el Pentágono), citado por la CNN, Milley creía firmemente en que la situación no era tan grave como para requerir el despliegue de tropas. Mientras tanto, en un intento por satisfacer las demandas de Trump y ante la posibilidad de poner sus puestos de trabajo en riesgo, Esper y Milley llamaron a los gobernadores de los diferentes estados para implorarles el despliegue de la Guardia Nacional a fin de apaciguar al presidente.
Asimismo, Esper movilizó a aproximadamente 1600 militares en servicio activo para que estuvieran en la zona a fin de responder en caso de que fuera necesario, pero 5000 efectivos de la Guardia Nacional, que ya estaban allí, nunca necesitaron asistencia alguna y los citados militares comenzaron a partir.
La discusión entre las autoridades estadounidenses tuvo lugar el pasado lunes, el día más tenso de las protestas en la capital, cuando la Policía dispersó por la fuerza a los manifestantes minutos antes de que Trump abandonara la Casa Blanca para cruzar la calle, tan solo para poder hacerse una foto frente a la iglesia de Saint John.
Tanto Esper como Milley lamentaron este suceso al entender que Trump había usado a las fuerzas de seguridad con propósitos violentos, con la única intención de efectuar un gesto político y de cara a la galería.
George Floyd, un hombre de 46 años, murió el pasado 25 de mayo en Mineápolis, en el estado de Minesota (norte de EE.UU.), después de que un policía blanco lo inmovilizara contra el suelo clavándole una rodilla en el cuello por varios minutos, mientras el afroamericano suplicaba que lo dejasen respirar.
La muerte de Floyd ha desatado manifestaciones en todo el país, en denuncia de la violencia policial contra las minorías, especialmente los afroamericanos. Entretanto, esta desmesurada respuesta de Washington a las protestas por la muerte de Floyd ha generado críticas a nivel internacional, desde las Naciones Unidas hasta diferentes países, con la excepción de los aliados de EE.UU.
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