Estos oficiales de policía y funcionarios públicos se ríen. No se trata de una comedia, ni de un show. Aquí, en esta sala, un grupo de activistas expone los detalles del asesinato, a manos de la policía, de James Leatherwood de 23 años. A casi seis meses del incidente, la policía aún no emite respuestas.
Y es que cuando se trata de hispanos o afroamericanos, la narrativa suele ser la misma, y así, de la brutalidad policial, nace otro problema: la impunidad policial.
Cuando Sebastián Gregory, de 16 años fue acribillado a tiros por la policía, se suponía que se haga justicia. Siete años después, nada; es más, el atacante de Sebastían sigue siendo policía.
El diario The Washington Post afirma que en lo que va del año, casi 80 personas fueron asesinadas por la policía estadounidense. Mientras que en el 2018, mil personas perecieron en encuentros con las fuerzas del orden.
Y de estos miles de casos, solo un porcentaje mínimo llega a juicio. La Unión Americana por las Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés) asegura que en un periodo de diez años, solo 54 policías enfrentaron cargos de asesinato, y de ese grupo, la mayoría quedó absuelto. Con ello, la violencia pasa a un plano relativo, pues hay ausencia de consecuencias.
Marcelo Sánchez, Miami.
akm/mkh