Una gran multitud hizo que las calles de Hong Kong se tiñeran este domingo de negro, en una de las protestas más grandes jamás registradas en la ciudad. Millones de ciudadanos exigen la renuncia de la cúpula política.
La polémica ley, que autorizaba la extradición de presos a otros lugares y abría la posibilidad del envío de activistas críticos con Pekín a China, fue suspendida el sábado por el Gobierno local.
Los manifestantes quieren que la jefa del Ejecutivo, Carrie Lam, dimita de su cargo por sus declaraciones contra las protestas. Afirman además que, sólo en caso de que ella dimita, se elimina la posibilidad de que se aprueben proyectos de ley similares, en detrimento de los derechos de los ciudadanos de Hong Kong.
La intensificación de las protestas también se debe a la actuación policial, que cargó durante los últimos días de protestas contra los manifestantes.
El Gobierno central de China, por su parte, afirma que la propuesta de ley de extradición cerraría un vacío legal que ayudaría a resolver numerosos casos de implicación internacional, y acusa a Estados Unidos de causar los disturbios e interferir en sus asuntos internos.
Algunos senadores estadounidenses pidieron al secretario de Estado que elabore una certificación anual de la autonomía de Hong Kong, para justificar el trato especial que recibe Hong Kong en virtud de la Ley de Política de EE.UU., de 1992.
Pekín asegura que Washington trata de crear discordia y fomentar sentimientos contra China en sus territorios autónomos.
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