Los agentes de seguridad de Brasil golpearon el jueves a un hombre negro de 40 años, identificado como Joao Alberto Silveira Freitas, hasta causarle la muerte en un supermercado.
El incidente ha provocado una gran ola de indignación entre los brasileños, quienes han recorrido las calles en contra del racismo sistémico en el país.
En un discurso pronunciado el sábado en la cumbre del G20, el presidente de Brasil, Jair Bolsonaro, criticó las manifestaciones antirracistas y dijo que hay “intentos de importar tensiones ajenas a nuestra historia a nuestro territorio”.
Bolsonaro hizo alusión al tema del racismo, sin hacer mención alguna al crimen de Silveira. “No hay mejor color de piel que los demás. Lo que existe son hombres buenos y hombres malos”, dijo.
Posteriormente, cuando Bolsonaro pasaba el mismo sábado por las calles de la ciudad de Macapá, la gente le gritaba “fuera” y varios insultos.
Por su parte, el vicepresidente brasileño, Hamilton Mourao, generó polémica, al negar en unas declaraciones ante la prensa que existiera racismo en Brasil.
Los datos del Instituto de Investigaciones Económicas Aplicadas (Ipea, por sus siglas en portugués) y el Foro Brasileño de Seguridad Pública contradicen los comentarios de Bolsonaro y Mourao, pues señalan que las tasas de asesinatos entre la población negra son más altas que las de otros grupos étnicos y raciales.
Se ha hecho un paralelismo entre la muerte de Silveira y la de George Floyd en EE.UU., que provocó protestas a gran escala contra el racismo en el país norteamericano.
Tanto Bolsonaro como el presidente estadounidense, Donald Trump, —al que ha elogiado el brasileño reiteradamente—, son criticados por impulsar el odio, el racismo y la brutalidad policial.
tqi/ctl/fmk/mjs