El país ya es el segundo con más muertes, superado solo por Estados Unidos. Fue hace unas semanas cuando la rápida expansión de la pandemia lo ubicó también como el segundo en número de contagiados. Muchos temen que la cifra real del impacto del coronavirus sea mayor.
Con la curva de la pandemia todavía en ascenso y pese a las advertencias de los epidemiólogos, la gran mayoría de los 27 estados brasileños continúan firmes en sus planes de desescalada, criticados por la comunidad científica y aplaudidos por el presidente Jair Bolsonaro, quien se ha mostrado contra las restricciones desde el primer momento.
Simpatía tampoco han mostrado sus partidarios. En la Playa de Copacabana, donde las Organizaciones No Gubernamentales colocaban cruces en honor a las decenas de miles de fallecidos, los simpatizantes del presidente ultraderechista insultaron a los activistas y arrancaron algunas de las cruces, provocando la ira de los familiares de las víctimas del coronavirus.
Los expertos advierten que la polémica por el coronavirus ha aumentado el llamado terror político, que es la violencia motivada por diferencias políticas.
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