Los manifestantes se han congregado en diferentes ciudades, entre ellas Al-Quds (Jerusalén) y Tel Aviv. En esta última, los indignados israelíes se han reunido frente al hospital Sheba, situado en Ramat Gan, donde Netanyahu había recibido la misma jornada la vacuna contra la COVID-19 de Pfizer, convirtiéndose en el primer israelí en aplicarse la inyección contra el nuevo coronavirus.
“Pedí ser el primero en vacunarme, junto con el ministro de salud, Yuli Edelstein, para que sirvamos de ejemplo personal y los animemos a recibir la vacuna”, ha señalado primer ministro, en una trasmisión en vivo.
Este acto, sin embargo, no ha calmado a los manifestantes anti-Netanyahu que no ven en el primer ministro ningún ejemplo a seguir, por lo que se han volcado a las calles, como lo hacen desde hace seis meses, para expresar su repudio a ser gobernados por un primer ministro implicado en varios casos de corrupción que no ha sabido manejar las crisis sanitaria y económica, desatadas por la pandemia del nuevo coronavirus, causante de la COVID-19.
Netanyahu está acusado por supuesto recibo de obsequios de amigos multimillonarios e intercambio de favores con magnates de los medios de comunicación para una cobertura más favorable de su imagen y de su familia.
Estas protestas tienen lugar en medio de una crisis política que desembocaría en las cuartas elecciones en dos años, después de que los diputados israelíes aprobaran de forma preliminar una propuesta sobre la disolución del parlamento, en un primer paso para poner fin al gabinete de coalición dirigido por Netanyahu.
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