Según un comunicado emitido hoy miércoles por el ejército, oficiales de la dirección de inteligencia de las fuerzas de guerra israelíes monitorearon durante dos años el proyecto nuclear sirio en la región de Deir Ezzor (noreste), hasta que su servicio de inteligencia “sugirió que la instalación podría estar operativa” a finales de 2007, lo que motivó el ataque.
La operación aérea lo llevaron a cabo cuatro aviones F-16 eliminando lo que representaba una amenaza nuclear no solo para Israel, sino para toda la región, indica la nota de prensa publicada en el sitio web de las fuerzas de guerra israelíes.
Dada una vez la orden de ataque, añade el comunicado que la fuerza aérea israelí tuvo muy poco tiempo para preparar el bombardeo y tomar en cuenta posibles contingencias, tales como una represalia por parte de las fuerzas sirias, que les llevó a no revelar la información sobre la operación.

Aunque había pocas dudas sobre la autoría del ataque aéreo de 2007, Israel nunca hasta ahora lo había admitido públicamente, razón por la que Siria no pudo reaccionar y dar una respuesta adecuada a esta violación a su soberanía nacional.
Haciendo caso omiso a su rol destructivo en la región, en especial en la crisis siria, el régimen de Israel alega que con la destrucción del central nuclear de Siria evitó una escalada en la región.
El régimen de Tel Aviv ha atacado anteriormente objetivos en el suelo sirio bajo el alegato de que, estas violaciones del espacio aéreo de Siria y sus correspondientes bombardeos, tienen como fin acabar con la amenaza que representa este país a la seguridad de Israel.
Por su parte, Siria sostiene que los ataques israelíes buscan debilitar al Ejército y las fuerzas progubernamentales de Siria que luchan contra diferentes grupos terroristas en el suelo sirio.
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