• El príncipe heredero saudí, Muhamad bin Salman Al Saud, durante una reunión en Riad, 14 de noviembre de 2017. (Foto: AFP)
Publicada: sábado, 20 de octubre de 2018 15:45
Actualizada: lunes, 22 de octubre de 2018 7:00

Poco antes de su muerte, el columnista saudí Jamal Khashoggi criticó al príncipe heredero de Riad , Muhamad bin Salman al Saud, y a su “gobierno autoritario”.

Hablando extraoficialmente con un periodista de la revista estadounidense Newsweek, Khashoggi insistió en que no era un “opositor”, solo quería una “mejor Arabia Saudí”.

El periodista, crítico con la monarquía saudí, fue visto por última vez el 2 de octubre tras entrar al consulado de su país en Estambul, en Turquía. Las autoridades del país árabe aseguraron en un principio que había abandonado el edificio poco después. 

No obstante, la presión de la Policía turca, que al poco informó de que contaba con pruebas de que un “equipo” de oficiales saudíes entró al edificio consular, mató a Khashoggi, lo descuartizó en siete minutos y trasladó sus miembros a suelo árabe, y también el fulcro internacional han obligado a Arabia Saudí a cambiar su versión.

De hecho, este sábado de madrugada la Fiscalía General de Arabia Saudí ha asegurado que los resultados preliminares de su investigación sobre el caso Khashoggi muestran que murió en el consulado saudí en Estambul “después de una pelea con personas con las que se encontró allí”, según un comunicado citado por medios estatales. 

Las autoridades saudíes aun no han dicho dónde se halla el cuerpo del periodista.

“No estoy pidiendo el derrocamiento del régimen, porque sé que no es posible y es demasiado arriesgado, y no hay nadie para derrocar al régimen”, destacó Khashoggi. “Solo estoy pidiendo una reforma del régimen”, añadió en su entrevista publicada el viernes.

En la misma entrevista, tachó al príncipe heredero Muhamad bin Salman al Saud de “líder tribal antiguo” que ha perdido el contacto con los pobres en Arabia Saudí.

No estoy pidiendo el derrocamiento del régimen, porque sé que no es posible y es demasiado arriesgado, y no hay nadie para derrocar al régimen”, aseguró el periodista Jamal Khashoggi días antes de su muerte en el consulado saudí en Estambul.

 

“A veces siento que él (Bin Salman) quiere disfrutar de los frutos de la modernidad, pero al mismo tiempo quiere gobernar de la misma manera en que su abuelo gobernó a Arabia Saudí”, explicaba Khashoggi.

La desaparición de Khashoggi ha llevado a Arabia Saudí a una de sus peores crisis internacionales. La situación podría tensar las relaciones entre Turquía y Arabia Saudí, dañadas en 2017, cuando Ankara decidió mantenerse del lado de Catar tras la imposición de un bloqueo a Doha por parte de varios países de la región, encabezados por Riad.

La vicepresidenta del partido gobernante AKP (Partido de la Justicia y el Desarrollo) de Turquía, Leyla Sahin Usta, ha dado a entender que no cree que Khashoggi muriese en una “pelea”, tal y como defiende Riad. 

Washington, como uno de los principales aliados de Riad, ha tomado una postura ambigua sobre el caso. Tras la desaparición de Khashoggi, el presidente de EE.UU., Donald Trump, habló de las sanciones contra Riad, una postura que provocó la ira de los saudíes, quienes amenazaron con subir el precio del crudo a 200 dólares el barril.

En su postura más reciente, Trump ha considerado este sábado “creíble” la versión de la Fiscalía General de Arabia Saudí sobre Khashoggi.

No están de acuerdo los senadores de EE.UU., de hecho, el representante republicano Bob Corker ha puesto claramente en duda el informe saudí aduciendo: “La historia que los saudíes han contado sobre la desaparición de Jamal Khashoggi continúa cambiando cada día, por lo que no debemos dar por hecho que esta última sea la auténtica”.

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