“El gobierno (destituido de Yemen) aceptó participar en las negociaciones de Ginebra”, ha dicho el prófugo ministro de Información, Ezedin al-Isbahi, a la agencia francesa de noticias AFP.
Ansarolá había aceptado la invitación de la ONU para ir a la mesa de diálogo en Ginebra sin condiciones previas”, dice Al-Shami.
Estas negociaciones de paz, entre las dos partes de la crisis de Yemen, se pondrán en marcha el próximo 14 de junio en Ginebra bajo la supervisión de la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
El movimiento Ansarolá había “aceptado la invitación de la ONU para ir a la mesa de diálogo en Ginebra sin condiciones previas”, ha recordado Daifolá al-Shami, miembro de la oficina política del movimiento popular yemení.
Por su parte, Al-Isbahi ha manifestado que la reunión de Ginebra está destinada a hacer consultas para la aplicación de la resolución 2216 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (CSNU).
Tal resolución además de la imposición de un embargo de armas contra Ansarolá, incluye una prohibición de viajes y una congelación de activos al líder de este movimiento, Abdul-Malik al-Houthi, y al expresidente yemení Ali Abdolá Saleh.

La crisis política en Yemen se ha convertido en uno de los conflictos más mortíferos cuando Arabia Saudí empezó el pasado 26 de marzo a bombardear este país árabe, un acto que se considera como un intento para restaurar en el poder al fugitivo expresidente Abdu Rabu Mansur Hadi, actualmente en la capital saudí, Riad.
La acción militar del régimen de Al Saud no conllevó nada excepto por pérdidas humanas: Según la ONU, la agresión militar a Yemen ha provocado la muerte de al menos mil civiles. Mientras tanto, algunas organizaciones pro derechos humanos aseguran que los ataques saudíes han dejado más de 4000 víctimas mortales.
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