• Baréin condena a tres líderes opositores a cadena perpetua
Publicada: domingo, 4 de noviembre de 2018 14:54
Actualizada: lunes, 5 de noviembre de 2018 18:41

El régimen de Al Jalifa ha condenado al líder de la oposición chií de Baréin, el sheij Ali Salman, a cadena perpetua tras acusarle de espiar para Catar.

En un comunicado publicado este domingo, la Fiscalía bareiní ha anunciado que un tribunal de apelaciones ha revocado la absolución dictada en junio pasado del sheij Salman, líder del disuelto partido opositor Al-Wefaq, y de Hasan Ali Sultan y Ali al-Aswad, otros dirigentes de la formación, para después decretar su condena a cadena perpetua.

Los tres líderes chiíes fueron acusados de haber “mantenido contactos con los servicios de inteligencia” de Catar desde 2010 para llevar a cabo acciones contra el régimen de Al Jalifa y perjudicar sus intereses políticos.

También se les ha condenado por “entregar información sensible al Gobierno de Doha, además de por “recibir apoyo financiero” y difundir rumores a través del canal catarí Al Jazeera para “provocar el caos y el derrocamiento del sistema constitucional” en este reino árabe del Golfo Pérsico, según reza la nota de la Fiscalía.

 

Estas acusaciones se producen en medio de la crisis diplomática que se desató en junio de 2017 entre varios países árabes, liderados por Arabia Saudí, contra Catar, tras acusar a este último de estar apoyando al terrorismo.

Sultan y Al-Aswad habían sido juzgados anteriormente en rebeldía, mientras que Salman estaba cumpliendo una condena de nueve años de prisión por imputaciones de haber espiado para Catar y haber llevado a cabo actos desestabilizadores.

Desde su detención, el 28 de diciembre de 2014, el régimen bareiní, ignorando los llamados internacionales a liberar a Salman y al resto de opositores, continúa efectuando arrestos arbitrarios en aplicación de una ley antiterrorista reciente, conforme denuncia el Centro de Baréin para los Derechos Humanos (BCHR, por sus siglas en inglés).

El Gobierno de Manama es acusado, de manera repetitiva, por activistas y organizaciones internacionales, de tratar de silenciar cualquier voz opositora desde la revuelta de 2011, especialmente la de los opositores chiíes.

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