En declaraciones ofrecidas este martes en Teherán (capital iraní) en el marco de las marchas por el 41.º aniversario de la victoria de la Revolución Islámica, el general de brigada Kiumars Heidari, comandante de la Fuerza Terrestre del Ejército de Irán, ha recalcado que, siguiendo las instrucciones del Líder de la Revolución Islámica, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, las Fuerzas Armadas están listas para vengarse de este “enemigo arrogante”.
“Los estadounidenses deben respetar la voluntad del pueblo iraní o, de lo contrario, sufrirán una venganza todos los días y más que nunca”, ha aseverado el comandante.
En alusión a la respuesta misilística que Irán dio a EE.UU. al atacar la base Ain Al-Asad en Irak tras el asesinato del notable estratega militar iraní Soleimani, que causó importantes daños en las instalaciones y dejó un significativo número de heridos entre los militares norteamericanos, Heidari ha dejado en claro que esta “operación limitada” no fue la venganza que prometió Teherán a Washington por el terrorismo de Estado que cometió.
“No ha acabado la venganza contra los que se claman defensores de la libertad. EE.UU. tiene que esperar una respuesta dura si ignora la voluntad del pueblo iraní”, ha reiterado.
Las manifestaciones de este año por el aniversario de la Revolución Islámica de Irán difieren de las de años anteriores, ya que EE.UU., el principal perdedor con la victoria de este fenómeno, ha intensificado su hostilidad hacia la nación iraní.
El 3 de enero, el que fuera comandante de la Fuerza Quds del Cuerpo de Guardianes de la Revolución Islámica (CGRI) de Irán, el teniente general Qasem Soleimani, y el subcomandante de las Unidades de Movilización Popular (Al-Hashad Al-Shabi, en árabe) de Irak, Abu Mahdi al-Muhandis, cayeron mártires, junto a los militares que les acompañaban, en una operación terrorista efectuada por orden directa del presidente de EE.UU., Donald Trump, en Bagdad (capital iraquí).
En respuesta a dicho acto de terrorismo de Estado, la División Aeroespacial del CGRI lanzó el 8 de enero una serie de misiles contra la base aérea Ain Al-Asad, ubicada en la provincia occidental iraquí de Al-Anbar y ocupada por las tropas norteamericanas desde la invasión de Irak en 2003, y una base en Erbil, capital de la región del Kurdistán iraquí, también en poder de los norteamericanos.
El Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, ha enfatizado que dicho ataque solo fue una bofetada y no la prometida venganza, insistiendo en que se debe poner fin a “la presencia corrupta de EE.UU. en la región” de Asia Occidental.
La muerte del general Soleimani y sus compañeros generó, tanto en Irak como en el país persa, un consenso contra la presencia de EE.UU. en la zona. Ahora, los Estados libres e independientes de la región demandan la expulsión del país norteamericano de esta parte del mundo.
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