Publicada: martes, 2 de septiembre de 2025 12:38

La 25ª cumbre de la Organización de Cooperación de Shanghái (SCO), celebrada en Tianjin, China, simboliza un momento significativo para Irán y su estrategia regional.

Incorporado como miembro pleno en 2024, durante el mandato del fallecido presidente Ebrahim Raisi, Irán aparece consolidado en un foro que está redefiniendo el equilibrio de poder en Eurasia. A pesar de las sanciones y presiones occidentales, Irán ha encontrado en la SCO una plataforma para expandir sus horizontes económicos, consolidar su influencia política y mejorar sus perspectivas de seguridad.

La SCO, con sus miembros fundadores como China, Rusia, India y Pakistán, además de los países de Asia Central, funciona como una coalición donde no hay hegemonía absoluta y prima un pragmatismo de intereses compartidos más que alineaciones ideológicas inflexibles. La aceptación plena de Irán, que tardó años en concretarse debido a sanciones del Consejo de Seguridad de la ONU, muestra además la voluntad de los miembros de ampliar la influencia de la organización hacia la región de Medio Oriente, traduciéndose en un puente entre el este y el oeste. La participación activa de Irán en este foro presenta un símbolo geopolítico que no solo es diplomático sino también económico y estratégico.

Economía: oportunidad y desafío

Desde una perspectiva económica, Irán enfrenta un contexto complejo. Por un lado, la adhesión a la SCO abre puertas a inversiones y comercio en sectores estratégicos como energía, infraestructura y tecnología, especialmente con China y Rusia. La participación en proyectos emblemáticos como la Nueva Ruta de la Seda permite posicionar a Irán como nodo clave en las rutas comerciales eurasiáticas, facilitando conexiones por tierra y mar que aliviarán ciertas limitaciones impuestas por bloqueos y sanciones occidentales.

Irán también tiene abundantes recursos naturales, especialmente petrolíferos y de gas, que pueden atraer inversiones y reforzar su rol energético dentro del bloque. Sin embargo, esta oportunidad trae consigo la necesidad crucial de reformas internas: mejorar el clima de negocios, modernizar infraestructuras y reforzar la estabilidad macroeconómica. El solo acceso no garantiza resultados; es indispensable que Irán optimice su capacidad para aprovechar estos beneficios y para integrarse eficazmente en iniciativas económicas multilaterales.

Adicionalmente, la cooperación en energías renovables, impulsada por la SCO en el marco de la agenda de desarrollo sostenible, ofrece otro campo de expansión para Teherán, que puede alinear sus políticas ambientales con las demandas globales y las fortalezas tecnológicas de países como China. En suma, la membresía en la SCO es una oportunidad para diversificar la economía iraní y superar ciertas limitaciones estructurales, aunque también requiere gestión política interna eficaz y visión estratégica a largo plazo.

Política y seguridad: un bloque pragmático

La faceta política de la SCO se caracteriza por su marcada voluntad de respeto mutuo y soberanía nacional, principios irreductibles para Irán. La cumbre en Tianjin reforzó esta postura, expresando una condena conjunta a las agresiones israelíes, en particular contra territorio iraní, que genera inestabilidad y amenaza regional. Esta solidaridad política, aunque no unitaria en todos los temas, ofrece a Teherán respaldo diplomático relevante frente a un bloque occidental hostil.

En materia de seguridad, Irán aprovecha el foro para fortalecer coordinaciones antiterroristas y combatir problemáticas transnacionales como el extremismo y el narcotráfico, en especial en Asia Central y Medio Oriente. El SCO no es un entramado militar ni una alianza de defensa colectiva estricta, lo que beneficia a Irán al permitir equilibrio entre cooperación y autonomía. La relación con Rusia y China en estos temas potencia la capacidad iraní para incidir en escenarios conflictivos sin comprometer decisiones clave.

Hay también que destacar el acercamiento pragmático entre China e India, tradicionalmente rivales, que en el marco de la SCO avanza como respuesta a las políticas proteccionistas y los aranceles impuestos por Estados Unidos durante la era Trump. Este cambio de dinámica amplía las posibilidades de comercio y cooperación para todos, incluyendo a Irán, que observa con interés esta nueva relación que podría facilitar su integración en mercados asiáticos y mejorar su inserción geopolítica.

Multipolaridad flexible sin estridencias

Es importante notar que el multilateralismo del SCO no es un bloque monolítico opositor a Occidente ni una coalición cerrada. En contraste con interpretaciones simplistas y a menudo propagandísticas, la organización se caracteriza por la convivencia de estados con diferentes regímenes políticos, intereses económicos diversos y estrategias variadas. Para Irán, este formato es una ventaja, pues puede cosechar beneficios específicos sin perder su identidad.

Irán exhibe una diplomacia pragmática que equilibra la resistencia ante presiones externas con la búsqueda de alianzas y acuerdos funcionales. Este equilibrio delicado le permite avanzar sin exponerse a conflictos directos ni situaciones de dependencia que comprometan sus prerrogativas nacionales.

La SCO, a su vez, prolonga su misión como foro para la cooperación regional, el desarrollo conjunto y el mantenimiento de la estabilidad, funciones que en el contexto geopolítico actual cobran especial relevancia para países como Irán, que navegan entre presiones internacionales y necesidades domésticas cada vez más urgentes.

Desafíos y futuro
La membresía de Irán en la SCO constituye un paso estratégico de gran alcance, que abre la puerta a nuevas dinámicas de cooperación y a la consolidación de su papel como actor clave en Eurasia. La ampliación del foro, con países de perfiles y prioridades diversos, naturalmente plantea la necesidad de coordinar intereses y de diseñar mecanismos flexibles de concertación. En este contexto, Irán puede aprovechar su experiencia diplomática para convertirse en un puente de entendimiento entre posiciones distintas, fortaleciendo así su capacidad de influir en la agenda regional.

Más que un obstáculo, los retos asociados a la diversidad del bloque representan para Teherán una oportunidad de proyectar su iniciativa política y de afianzar vínculos económicos con socios estratégicos. La SCO ofrece un espacio privilegiado para ampliar rutas comerciales, atraer inversión, promover proyectos de infraestructura y consolidar alianzas energéticas que fortalezcan la autosuficiencia y la resiliencia de Irán frente a presiones externas.

En el plano geopolítico, la presencia de Irán en este marco no debe interpretarse únicamente en clave defensiva. Por el contrario, abre la posibilidad de desempeñar un papel constructivo en el diseño de proyectos comunes que aporten desarrollo, seguridad y estabilidad a la región. La apuesta iraní por una integración más profunda en Eurasia, sin renunciar a su independencia ni a su identidad estratégica, coloca al país en una posición singular: la de contribuir activamente a un orden multipolar más equilibrado y representativo de las realidades actuales.