El jefe de la Diplomacia germana, Sigmar Gabriel, ha anunciado que su respectivo Gobierno recibió una demanda oficial de Ankara para que Erdogan hable con sus compatriotas al margen del G20 la próxima semana.
“Ya le dije desde hace semanas a mi colega turco [Mevlut Cavusoglu] que no consideramos esto una buena idea”, ha recordado el ministro alemán de Asuntos Exteriores, citado en un comunicado de la Cartera que dirige.
El diplomático socialdemócrata alemán ha precisado que se trata de una posición “concertada” en el seno del Gobierno de coalición con los conservadores liderados por Angela Merkel.
Gabriel ha continuado explicando que Alemania no puede garantizar la seguridad de una intervención como la de Erdogan en tamaños grandes, ya que muchas fuerzas de seguridad alemanas serán desplegadas para la cumbre, que se celebrará los días 7 y 8 de julio en Hamburgo (norte).
Según las estimaciones gubernamentales, unos 100 mil manifestantes anti-G20, algunos de ellos supuestamente violentos, podrían reunirse en las calles aledañas a la cumbre en la citada ciudad alemana.
Ya le dije desde hace semanas a mi colega turco [Mevlut Cavusoglu] que no consideramos esto una buena idea”, señala el jefe de la Diplomacia de Alemania, Sigmar Gabriel.
El rechazo de Berlín se produce en momentos en que se ha tensado desde hace meses las relaciones entre Alemania y Turquía. Como consecuencia de estas tensiones, Berlín trasladó últimamente sus cazas desplegados en la base aérea de Incirlik en Turquía a Jordania.
Pero, el auge de las tensiones se produjo el pasado mes de abril cuando las autoridades germanas prohibieron actos multitudinarios en el marco de la campaña del gobernante Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP, por sus siglas en kurdo) para un referéndum en Turquía que buscó aumentar poderes del presidente turco, lo que al fin se alcanzó.
La prohibición de Berlín para celebrar mítines en el país germano en apoyo al futuro referendo sobre la reforma constitucional, hizo que Erdogan acusara a Alemania de “prácticas nazis”, declaraciones que Merkel calificó de “tristes” e “intolerables”.
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