El portal de noticias británico Middle East Eye ha revelado la información y ha detallado que los miembros reales involucrados son Jalid bin Ahmad Al Jalifa, su hijo Rashid y un tercer familiar no identificado.
El incidente ocurrió el pasado 14 de abril en la calle Oxford y fue grabado por los activistas de derechos humanos Isa al-Ali y Musa Abdali.
Además, la Policía recibió una queja sobre presuntas “comunicaciones maliciosas” enviadas a través de las redes sociales a los mencionados activistas después de lo ocurrido en calle Oxford.
El caso también amenaza con avergonzar a la familia real británica, ya que la investigación policial empezó pocos días antes de que la reina Isabel II recibiera al rey bareiní, Hamad bin Isa Al Jalifa, en el prestigioso Royal Windsor Horse Show.
Los activistas bareiníes, entre ellos algunos cuyas reclamaciones están en el centro de la investigación, interrumpieron el mismo espectáculo en 2013. Ahora, grupos de derechos humanos temen que Manama haya extendido su represión al Reino Unido en un intento para sofocar nuevas protestas.

La grabación del altercado del pasado 14 de abril parece revelar a Jalid bin Ahmad Al Jalifa, quien ha descrito a los activistas de la oposición como “hijos de puta y proxenetas”, amenazando a Al-Ali y Abdali.
El vídeo muestra también a Rashid, un oficial en el Ejército bareiní, amenazando a Abdali, de 36 años, a Al-Ali, de 22 años, y a sus familias que residen en el pequeño reino en el Golfo Pérsico. Estos dos activistas se quejaron de que tanto ellos como sus familiares recibieron amenazas en las redes sociales tras el incidente en Londres.
El Observatorio de Derechos Humanos (HRW, por sus siglas en inglés), que pesquisó lo ocurrido, informó que un mensaje enviado a Al-Ali desde la cuenta de Jalid bin Ahmad Al Jalifa advirtió de que los involucrados en el altercado en la calle Oxford “asumirán las consecuencias… de mi parte personalmente”.
Esta investigación se produce en medio de una continua represión de los disidentes en Baréin. La represión estatal, que ha costado la vida de un sinnúmero de activistas pacíficos, ha aumentado en los últimos años. Cientos de personas han sido condenadas a muerte y a penas de cárcel por presuntamente actuar contra la monarquía, así como por participar en manifestaciones o disturbios.
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