“(El régimen israelí) tiene un sólido sistema de investigación y procesamiento en los raros casos en que se producen conductas indebidas”, afirmaba David Friedman en un correo electrónico enviado en octubre al Departamento de Estado, cuando este trataba de verificar si la asistencia militar de Washington en distintos lugares de Oriente Medio cumplía la legislación estadounidense.
Algún funcionario de la cartera, explicaba este sábado el diario estadounidense Politico, quería hacer una revisión general, a raíz de dudas sobre Egipto, para comprobar que no se estaban violando las leyes Leahy, aprobadas en 2008, por las que se supone que Washington no tiene derecho a dar ese tipo de asistencia a Estados y regímenes responsables de violaciones graves de los derechos humanos.
Friedman, nombrado en mayo del año pasado por el presidente estadounidense, Donald Trump, —pese a no tener experiencia diplomática alguna y haberse destacado por recoger fondos para financiar la ilegal colonización israelí de Cisjordania (este de Palestina)—, reaccionó a la medida como un defensor acérrimo del régimen de ocupación.
Israel, llega a decir el embajador en el correo, facilitado al rotativo norteamericano por un exfuncionario del Departamento de Estado, “es una democracia cuyo ejército no participa en grandes violaciones de derechos humanos”. Hace apenas tres días, la organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW) describió como “crímenes de guerra” la represión con francotiradores por Israel de protestas en la sitiada Franja de Gaza.
El enviado de Trump insistió en su alegato escribiendo que hacer tales verificaciones con Israel —que teóricamente deberían conducir a la anulación de los 3100 millones de dólares anuales que según Politico recibe el régimen en concepto de ayuda militar de Washington— “iría contra el interés nacional (de EE.UU.), (…) especialmente en tiempo de guerra”.
(El régimen israelí) tiene un sólido sistema de investigación y procesamiento en los raros casos en que se producen conductas indebidas”, sostiene el embajador de EE.UU. ante el régimen de ocupación israelí, David Friedman.
El abogado neoyorquino se ha destacado en su año de labor, además de promover y acelerar el traslado de la embajada estadounidense de Tel Aviv a Al-Quds (Jerusalén), por dar prioridad en numerosas ocasiones a información suministrada por fuentes sionistas ultrarradicales frente a la que le suministraban los funcionarios profesionales del Departamento de Estado.
El negociador jefe de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), Saeb Erekat, ha revelado que, en una reunión con Friedman, este “trató de convencernos de que no podíamos hacer nada respecto al poder de Israel”. “Nos resulta absolutamente inimaginable que el señor Friedman pueda desempeñar ningún papel positivo”, ha dicho Erekat a mencionado diario norteamericano.
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