En comparación, las dos mayores ciudades estadounidenses —es decir, Los Ángeles (suroeste) y Nueva York (noreste)— fueron escenario, en conjunto, de 600 asesinatos.
La cifra de tiroteos se incrementó en Chicago en casi 50 por ciento en comparación con el año 2015, produciéndose la mayoría de los incidentes en los históricamente segregados y empobrecidos vecindarios con predominio de negros y latinos.
Según recuerdan los medios de comunicación norteamericanos, en el año recién finalizado hubo al menos 768 homicidios, lo que se considera el mayor número desde 1996, cuando se registraron 796 asesinatos en la urbe.
De acuerdo con los informes, a la llegada de 2017 hay pocas respuestas claras sobre cómo detener el baño de sangre en Chicago. Sin embargo, las autoridades de la Ciudad de los Vientos están analizando varios planes, tanto nuevos como reciclados.
En este contexto y teniendo en cuenta el hecho de que la sangre manchó las calles de su ciudad todo el 2016, el jefe de la Policía de Chicago, Eddie Johnson, opina que las pandillas, las armas y una fuerza policial sobrepasada han sido una mezcla tóxica.
Para acabar con esta mezcla, que opera en toda la ciudad, Johnson propone contratar unos 10.000 agentes adicionales en los próximos dos años para añadir a su departamento, el cual se encuentra bajo investigación federal por cuestiones de derechos civiles.
Mientras tanto, buena parte de los chicaguenses cree que los agentes policiales de su ciudad tratan de manera prejuiciosa a las comunidades negras y latinas, lo que a veces se termina en disparos a civiles no armados.
Esta falta de confianza impide a los ciudadanos cooperar en las investigaciones de homicidios, por lo que el Departamento de Policía de Chicago ha resuelto solo un tercio de los homicidios perpetrados en 2016.
Ayer sábado, cientos de personas cargaron cruces que representaban a personas asesinadas este año en Chicago durante una marcha en silencio por la Avenida Michigan, en el centro de la ciudad.
Muchos creen que la carencia de una ley para restringir el porte de armas en el país es la principal causa de esta catástrofe: la organización Gun Violence Archive (GVA) informa de que en 2016 se registró un total de 57.737 casos de violencia armada, en los que murieron 14.933 personas.
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