“Los presos políticos con largas condenas tienen síntomas de coronavirus, como fiebre y fatiga, y la oficina de la prisión está llena de infectados. Algunos de ellos fueron enviados a cuarentena por dos días o más. A pesar de las crecientes solicitudes de liberación temporal y, pese a la reiterada solicitud para la entrega de información adecuada sobre la enfermedad, las autoridades penitenciarias siguen sin tomar cartas en el asunto”, denunciaron el sábado algunos reclusos.
Según activistas, la oficina de la prisión Jau solo proporciona exámenes rápidos de los presos enfermos para que sus familias no sepan con certeza su estado de salud y para evitar la difusión de noticias sobre la expansión del virus dentro de la prisión, además de no realizarles el examen aprobado por el Ministerio de Salud.
Organizaciones pro derechos humanos han expresado su preocupación por el estado de la salud de los presos bareiníes y la falta de atención médica en las cárceles del régimen.
En este sentido, Husein Barakat, un prisionero chií, perdió la vida en junio en la cárcel de Jau, en el sur de Manama, la capital, por el nuevo coronavirus, causante de la COVID-19, tras la negativa a brindarle atención médica a tiempo.
Organizaciones internacionales culpan al régimen Al Jalifa de tratar de silenciar cualquier voz disidente desde la revolución de 2011, la cual fue reprimida, como todas las protestas siguientes, con la intervención del Ejército de Arabia Saudí.
Por su parte, la nación bareiní se ha manifestado una y otra vez, exigiendo la liberación de todos los activistas políticos presos en las cárceles del régimen, y ha criticado la mala condición y la negligencia médica en dichas prisiones.
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