El general David Goldfein, el jefe adjunto del Estado Mayor de la Fuerza Aérea de EE.UU., reconoció el miércoles que están examinando la posibilidad de aumentar los ataques aéreos en el territorio afgano con el fin de facilitar apoyo a las tropas estadounidenses desplegadas sobre el terreno en el marco de la campaña contra el grupo armado Talibán.
A su vez, el portavoz de la Fuerza Aérea de EE.UU., Edward Thomas, informó del despliegue de más militares, aviones de combate, bombarderos y aviones espías en Afganistán “en caso de necesidad”.
“Con la planificación detallada que va a seguir el anuncio del presidente, la Fuerza Aérea estará lista para redirigir a los pilotos y los aviones adicionales que se requieran para la lucha”, afirmó.
Con la planificación detallada que va a seguir el anuncio del presidente, la Fuerza Aérea estará lista para redirigir a los pilotos y los aviones adicionales que se requieran para la lucha”, afirma Edward Thomas, portavoz de la Fuerza Aérea de EE.UU.
En reacción a la nueva política de Washington sobre su presencia militar en el suelo afgano, la portavoz de la Cancillería rusa, María Zajárova, recordó el jueves que recurrir a una solución militar para poner fin al problema, tal y como lo hicieron las exautoridades estadounidenses, no dio resultados positivos para restablecer la seguridad en dicho país.
“Rusia manifiesta la esperanza de que la ampliación del mandato de las tropas estadounidenses en Afganistán no menoscabe la soberanía de este país ni los intereses de otros Estados de la región”, apostilló.
Por su parte, el expresidente afgano Hamid Karzai arremetió contra la decisión y afirmó que dicha estrategia contradice los intereses nacionales de Afganistán. De igual forma, criticó el plan de involucrar a las empresas militares privadas, como Blackwater, en la guerra. “Eso viola la soberanía y la constitución nacional y conduciría a un conflicto prolongado y más derramamiento de sangre”, recalcó.
Trump anunció el pasado lunes su nueva estrategia para aumentar la presencia militar de EE.UU. en Afganistán, pese a que anteriormente contemplaba retirar todas las tropas estadounidenses de ese país.
En 2001, Washington y sus aliados invadieron Afganistán en el marco de la llamada “guerra contra el terrorismo”. La ofensiva apartó del poder al grupo armado Talibán, pero la inseguridad, pese a la presencia de miles de soldados extranjeros —8400 de ellos estadounidenses—, sigue dominando gran parte del territorio afgano.
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