En 2014, el pueblo de Yemen encabezó un levantamiento popular contra el régimen incompetente y corrupto de Mansur Hadi, quien era respaldado por Arabia Saudí.
Posteriormente, tras un rápido avance, el movimiento popular yemení Ansarolá tomó el control de Saná, la capital; y fue seis meses más tarde cuando, en marzo de 2015, Riad lanzó una feroz campaña de bombardeos contra Yemen, intentando restaurar al régimen de Hadi.
Este conflicto de más de seis años ha matado a decenas de miles de personas, en su mayoría civiles, en el país más pobre del mundo árabe.
La Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha descrito el conflicto como “un infierno viviente” para los niños. De hecho, 1,8 millones de niños menores de cinco años sufren desnutrición grave.
Pese a todas las presiones, las Fuerzas Armadas y los comités populares de Yemen se han fortalecido, y los aliados de Arabia Saudí han perdido gran parte del territorio que habían ocupado tras la invasión de 2015.
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