Cuanto mayor es la afinidad con la persona afectada más se sincronizan sus actividades eléctricas y más alivio del dolor se consigue, detalla un artículo publicado en la revista 'Proceedings of the National Academy of Sciences' (PNAS).
“Este hallazgo ilustra el poder y la importancia del contacto humano (…) Parece que el dolor interrumpe totalmente con esta sincronización interpersonal entre las parejas y el tacto lo trae de regreso", ha reconocido Pavel Goldstein, principal autor del estudio.
El investigador ha lamentando, no obstante, que en el mundo moderno se han desarrollado nuevas formas de comunicación que favorecen que haya “menos interacciones físicas”.
Este hallazgo ilustra el poder y la importancia del contacto humano (…) Parece que el dolor interrumpe totalmente con esta sincronización interpersonal entre las parejas y el tacto lo trae de regreso", ha reconocido Pavel Goldstein, principal autor del estudio.
Los investigadores también descubrieron que cuando las participantes sentían dolor y no podían ser tocadas, el acoplamiento de sus ondas cerebrales disminuía, algo que previamente habían visto en el mismo experimento con la sincronización de la frecuencia cardiaca o la respiración, que desapareció cuando el participante masculino del estudio no pudo sostener la mano de su pareja.
A Goldstein se le ocurrió el experimento después de que, durante el nacimiento de su hija, descubriera que cuando sujetaba la mano de su esposa le aliviaba su dolor. “Quise probarlo en el laboratorio, si realmente se podía disminuir el dolor con el tacto y, de ser así, cómo era posible”.
Su trabajo es el último de un creciente cuerpo de investigación que explora un fenómeno conocido como "sincronización interpersonal", en el que las personas se asemejan fisiológicamente a las personas con las que están, pero es el primero en observar la sincronización de las ondas cerebrales en el contexto del dolor y detectar un posible efecto analgésico del contacto físico.
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