“Las hordas. La ola de criminalidad. Los ilegales que vienen a robarle el sueño a la población anglo”, estos no son fragmentos del discurso de un racista; al contrario, son titulares, líneas editoriales e incluso comentarios en plató de noticias.
El horror en realidad viene del otro lado y es una crisis que siempre estuvo allí, producida por quienes imponen instrumentos burocráticos con el fin de recrudecer la persecución, encarcelamiento y deportación de personas. Con el fin del Título 42 en la frontera al sur del Río Bravo, otro aparato —el Título 8— entra en efecto, el cual si se tratara de un edicto colonial.
“Quiero dejar un punto en claro: nuestras fronteras no están abiertas. Aquellos que cruzan nuestra frontera de manera ilegal y sin base legal serán procesados y deportados. Un individuo que es sujeto al Título 8 quedará prohibido de ingresar a los Estados Unidos por cinco años. Además, podrán ser sometidos a cargos criminales si son aprendidos cruzando nuevamente”, aclara Alejandro Mayorkas, secretario de Seguridad Nacional.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, desde enero y bajo el Título 42, se retornó a 225 483 personas y se deportó alrededor de 440 000 personas. En diversas ciudades de EE.UU., las manifestaciones de repudio son ocurrencia cotidiana, así como lo es el terror de caer en manos de los “cazadores de inmigrantes”.
Todo acercamiento al análisis del tema migratorio inevitablemente recae en la recapitulación de las variables y relaciones existentes entre relación entre políticas imperialistas, hegemonía y colonialismo. Una de las consecuencias de este sistema es el éxodo de seres humanos, así como la explotación de los mismos.
Nancy es una trabajadora social en el sector de la rehabilitación. Sin embargo, a pesar de los años que lleva en el país, siempre se encuentra con el temor de ser arrestada y deportada por las numerosas alteraciones que se realizan de acuerdo a la conveniencia política del tema migratorio.
Marcelo Sánchez, Washington
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