“En los últimos meses, Irán ha neutralizado unas 400 bombas, y se planeaba detonar 40 de ellas en las ceremonias religiosas de Muharram”, ha informado este domingo el titular iraní en un programa televisivo.
Al explicar algunas acciones subversivas contra el país persa, el ministro ha informado sobre la construcción de una fábrica de armas cerca de la frontera de Irán y el contrabando de las armas fabricadas al país persa.
Al respecto, ha señalado que la región del Kurdistán de Irak se ha convertido en un centro para los servicios de Inteligencia estadounidenses e israelíes, y un refugio para todos los separatistas.
Tras haber subrayado el programa que diseñaron los enemigos para una guerra híbrida contra el sistema en Irán, Jatib ha precisado que más de 50 servicios de Inteligencia celebraron diversas reuniones, capacitaron a más de 200 medios de comunicación para crear disturbios en Irán en el año pasado al recurrir al espacio virtual.
“El enemigo busca imponer una nueva forma de colonialismo a otros países”, ha recalcado afirmando que el presupuesto asignado a 50 servicios de Inteligencia que trabajan contra Irán es más que el total presupuesto del país.
El titular iraní ha aseverado que el propósito de estos servicios es subvertir la situación en Irán, y para materializar este objetivo existen países como Dinamarca, que sus servicios operan como subsidiarios a las organizaciones principales de Inteligencia, como las de Estados Unidos, el Reino Unido y el régimen sionista de Israel.
El año pasado, Irán fue escenario de incidentes de violencia callejera a raíz de la muerte de la joven Mahsa Amini, de 22 años, ocurrido el 16 de septiembre en un hospital, después de desplomarse en una estación de policía en Teherán, la capital.
De hecho, los elementos antidemocráticos se infiltraron en las protestas pacíficas por la muerte de la joven iraní y así se volvieron violentas con las incitaciones de los medios occidentales, dando lugar a ataques contra agentes de seguridad y bienes públicos, así como contra ambulancias, lugares sagrados públicos y vehículos policiales.
Las autoridades iraníes detectaron huellas de Estados Unidos, el régimen de Israel y varios países europeos en los disturbios violentos registrados tras lo ocurrido, asegurando que el complot fue urdido para desestabilizar el país y derrocar la República Islámica, no obstante, el plan de los enemigos fue totalmente frustrado.
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