Kamel Musallet, cuyo hijo de 23 años, Sayfollah, fue golpeado hasta la muerte por colonos israelíes ilegales bajo fuerte protección policial la semana pasada, ha señalado que el silencio del presidente de EE.UU., Donald Trump y de otros funcionarios estadounidenses revela un doloroso doble rasero.
“Si hubiera sido israelí-estadounidense, estarían actuando de inmediato. Pero como es palestino-estadounidense, parece que pertenecen a dos mundos diferentes”, comentó Kamel en una entrevista con el medio Zeteo, publicada el martes.
Se cuestionó por qué Trump, quien a menudo promueve el lema “EEUU Primero”, no ha levantado un dedo por un estadounidense muerto en el extranjero, mientras él y el vicepresidente JD Vance pasaron el fin de semana en un partido de fútbol y en Disneylandia, respectivamente.
Sus comentarios surgieron después de más de tres días desde el asesinato, sin que nadie de la Casa Blanca o del Congreso haya contactado a la familia en Florida, que solo ha recibido condolencias consulares rutinarias.
“¿Cuándo se va a acabar esto? ¿Por qué estas personas no son [responsabilizadas]?”, cuestionó Kamel, citando que siete estadounidenses habían sido asesinados por fuerzas israelíes o colonos en los últimos 21 meses.
Los senadores republicanos de Florida, Rick Scott y Ashley Moody, no han comentado al respecto. La única respuesta directa de los funcionarios electos de Musallet vino de la representante demócrata Kathy Castor, quien emitió una breve declaración expresando su dolor y pidiendo a la administración que salvaguarde a los estadounidenses en el extranjero, sin nombrar a los responsables del asesinato de Musallet.
La víctima fue asesinada el 11 de julio cerca de Ramalá, en la Cisjordania ocupada, cuando colonos israelíes atacaron violentamente a manifestantes palestinos que se oponían a la creación de un asentamiento ilegal en la Zona B, un área donde la construcción de asentamientos está prohibida por los acuerdos israelí-palestinos.
Según Drop Site News, un medio de investigación estadounidense, el ataque también dejó a otro manifestante, Muhammad Rizq Hussein al-Shalabi, gravemente herido por disparos.
El Ministerio de Salud palestino confirmó su muerte e informó que al menos otros 10 palestinos resultaron heridos durante el incidente.
Por su parte, testigos presenciales describieron cómo los colonos embistieron a un manifestante con un vehículo y rompieron las ventanas de una ambulancia.
Las fuerzas israelíes llegaron al lugar, pero no arrestaron a nadie, reflejando un patrón común de inacción ante la violencia de los colonos en toda Cisjordania.
Un día antes, el periodista palestino-estadounidense Said Arikat, corresponsal del periódico Al-Quds en Washington, D.C., había cuestionado a la portavoz del Departamento de Estado de EE.UU., Tammy Bruce, sobre las protecciones disponibles para los palestinos y palestino-estadounidenses que enfrentan ataques de colonos.
Bruce se negó a proporcionar puntos de contacto específicos, limitándose a afirmar que “miles de personas” en el departamento “se preocupan profundamente” por el tema y recomendó a las víctimas contactar al régimen israelí, citando a Tel Aviv como aliado.
Cuando se le preguntó si EE. UU. condenaría explícitamente los ataques a las comunidades palestinas, Bruce solo ofreció una expresión general de preocupación por la violencia “por cualquier parte”.
Desde la ocupación israelí de Cisjordania en 1967, la expansión de asentamientos ilegales ha ido acompañada de una creciente ola de violencia por parte de colonos israelíes contra la población palestina. Estos ataques incluyen agresiones físicas, destrucción de viviendas, quema de cultivos y vandalismo contra lugares sagrados. Grupos de derechos humanos han documentado cientos de incidentes cada año, muchos de ellos perpetrados con la protección o pasividad del ejército israelí.
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