Esta mañana, en Jan Yunis, al menos 13 civiles palestinos murieron y decenas resultaron heridos mientras esperaban la llegada de ayuda alimentaria. Fuerzas israelíes abrieron fuego y lanzaron proyectiles contra los centenares de personas en fila para recibir suministros humanitarios cerca de los puntos de distribución. Testigos describieron escenas desgarradoras: pánico, cuerpos en suelo y gritos de socorro. Médicos del complejo Nasser en Jan Yunis confirman múltiples víctimas en estado crítico.
Horas más tarde, un ataque aéreo israelí alcanzó un almacén de ayuda en el barrio de Al‑Zaytun, al sur de la ciudad de Gaza, causando la muerte de al menos otras 13 personas. Las víctimas eran civiles que acudían a recibir alimentos. Esto suma una segunda masacre hoy dirigida contra quienes simplemente buscaban auxilio humanitario.
La oficina Euromediterránea de Derechos Humanos reporta que, desde la instalación de estos puntos de distribución de ayuda, más de 500 gazatíes han sido asesinados y más de 4.000 han resultado heridos. Organizaciones globales califican estas áreas como “trampas mortales” denunciando una táctica deliberada que utiliza la necesidad de alimento como señuelo para atacar a población civil.
Gran parte de las víctimas eran, personas que ya habían perdido sus hogares y vivían en condiciones extremas. Muchos llevaban días sin acceso a comida ni agua potable. Para ellos, acudir a estos puntos de distribución era cuestión de supervivencia, no una opción.
El hambre no debería ser una trampa mortal. Sin embargo, aquí en Gaza, los puntos de ayuda, son trampas de la muerte, y ya van alrededor de 500 muertos y miles de heridos. La comunidad internacional debe de exigir con urgencia protección efectiva para los civiles y que sus necesidades básicas no sigan siendo señal para los bombardeos.
Huda Hegazi, Gaza, Palestina.
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