Publicada: lunes, 25 de agosto de 2025 3:08

Irán refuerza su disuasión estratégica y poder misilístico tras la guerra impuesta de 12 días, mostrando avances tecnológicos y capacidad de respuesta precisa.

Por: Ivan Kesic

El ministro de Defensa de Irán, el general de brigada Aziz Nasirzade, en sus recientes declaraciones sobre la agresión israelí-estadounidense no provocada e ilegal contra Irán, emitió una clara advertencia a los adversarios del país.

Enfocándose en las formidables capacidades del arsenal misilístico nacional de Irán, que se desplegó por completo durante la guerra impuesta, las declaraciones de Nasirzade coincidieron con la celebración del Día de la Industria de Defensa del país.

El ministro articuló una doctrina militar clara —una de disuasión estratégica, forjada a través de la autosuficiencia en medio de sanciones occidentales, y prometió una respuesta fuerte que será “mortal, sorprendente, dolorosa e impredecible”, si el enemigo recurre a más aventuras militares.

El relato del ministro sobre la guerra de 12 días, que comenzó con la agresión israelí del 13 de junio, describió a un país sometido a un ataque coordinado.

Describió una “combinación de operaciones militares y terroristas” lanzadas por el régimen sionista contra la República Islámica, con el apoyo total de Estados Unidos y otras potencias occidentales y regionales.

Esta ofensiva inicial, destinada a asesinar a comandantes militares de alto rango y científicos nucleares para paralizar la estructura de defensa de Irán, resultó contraproducente e inició una respuesta misilística calculada que reconfiguró el curso de la guerra.

El campo de batalla como terreno de prueba

El núcleo de las declaraciones de Nasirzade se centró en el desempeño de los sistemas misilísticos de Irán, que él presentó como el factor decisivo que inclinó la balanza a favor de Irán durante la guerra.

Para resaltar su efectividad, presentó métricas precisas y calculadas.

Inicialmente, señaló, aproximadamente el 60 % de los misiles iraníes penetraron las capas de defensa aérea del enemigo, una coalición equipada con algunos de los sistemas más avanzados de EE.UU., incluidos THAAD y Patriot, así como Honda de David y Arrow de Israel.

Esta tasa de penetración, ya significativa frente a sistemas de defensa aérea tan sofisticados, ascendió al 90 % en las últimas horas de la guerra, poniendo al régimen en una posición defensiva y obligándolo a buscar un alto el fuego.

Según el ministro, esto no fue un accidente. Fue el resultado de un proceso que se desarrolló en el calor de la guerra total —una guerra impuesta a la República Islámica.

Por primera vez, Irán desplegó sistemas misilísticos recientemente desarrollados, específicamente los modelos Fattah, Seyyil y Jeibar Shekan. La introducción de estas plataformas, combinada con la experiencia acumulada de las fuerzas armadas de Irán, cambió gradualmente el panorama y la ecuación de la batalla.

Su relato describió a una fuerza militar que aprende y se adapta en tiempo real, transformando el combate en un campo de pruebas para perfeccionar herramientas y tácticas con una precisión devastadora.

Nasirzade también subrayó la disciplina y la exactitud de los ataques iraníes. En marcado contraste con el ataque deliberado del enemigo a infraestructuras civiles y zonas residenciales, afirmó que casi 150 objetivos de misiles iraníes fueron exclusivamente militares y de inteligencia: bases aéreas, centros de mando y control en Beersheba, la sede del Mossad y el ministerio de asuntos militares en los territorios ocupados.

La precisión de estos ataques, afirmó, se reflejó en los daños estimados de entre 12 000 y 20 000 millones de dólares y las considerables bajas militares, cifras que citó como prueba de los impactos altamente efectivos en objetivos de alto valor.

Mensaje estratégico de Al-Udeid

La demostración más destacada de la doctrina militar calculada de Irán fue su respuesta a la participación directa de Estados Unidos en la agresión israelí contra la República Islámica.

Cuando EE.UU. atacó las instalaciones nucleares pacíficas de Irán, Teherán se enfrentó a una decisión estratégica crítica. Nasirzade enfatizó que, a pesar de poseer una “gran reserva de objetivos” en toda la región, la República Islámica ejerció una moderación deliberada para evitar una escalada regional más amplia.

Esta moderación, sin embargo, no fue una retirada. Fue una demostración precisa y calibrada de poder.

Irán lanzó un ataque limitado —14 misiles— contra una de las bases estadounidenses más grandes y simbólicas de la región: Al-Udeid en Catar. El mensaje fue claro.

Según Nasirzade, aunque el presidente de EE.UU. minimizó inicialmente el impacto, “gradualmente quedó claro que los misiles de precisión destruyeron completamente varias instalaciones de radar”.

Esto no fue un intento de desatar una guerra más amplia con una superpotencia moribunda. Fue una demostración quirúrgica de fuerza, diseñada para mostrar capacidad y determinación, lo que directamente provocó solicitudes de alto el fuego a través de intermediarios regionales.

Una advertencia sobre capacidades mejoradas

Las declaraciones de Nasirzade presentaron una clara disuasión frente a cualquier futura agresión. En una escalofriante advertencia, reveló que los misiles utilizados en la reciente guerra fueron, de hecho, fabricados años atrás.

“Hoy”, declaró, “hemos producido y poseemos misiles con capacidades mucho mayores que los desplegados anteriormente”.

Esta afirmación constituye un pilar central de la estrategia de disuasión de Irán, señalando que la tasa de penetración del 90 % y el poder destructivo presenciado por el adversario representaron solo una vista previa, no la extensión completa del arsenal misilístico de Irán.

La promesa de que estos misiles avanzados “serán utilizados en respuesta al potencial aventurerismo del enemigo” transforma la amenaza de mera represalia a un compromiso con una escalada cualitativa.

Los sistemas de defensa del enemigo, ya vulnerables, se enfrentarían a una nueva generación de tecnología, diseñada específicamente para abrumarlos y neutralizarlos por completo.

Doctrina de disuasión endógena

Las declaraciones de Nasirzade articulan una doctrina militar coherente y formidable de la República Islámica. El poder misilístico de Irán no se presenta como una herramienta de agresión ofensiva, sino como el garante de la soberanía nacional, nacida de la necesidad y forjada durante más de 46 años de sanciones, que obligaron a la nación a desarrollar industrias de defensa completamente autóctonas.

Estos misiles encarnan una filosofía más amplia de “seguridad endógena”, resistencia y estabilidad, y representan el poder duro que respalda el mensaje de poder blando de Irán de paz regional, seguridad y cooperación multilateral a través de organizaciones como los BRICS y la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS).

Sin embargo, la disposición a participar diplomáticamente está anclada por una garantía inquebrantable: la coacción militar contra Irán está obsoleta.

La doctrina transmite un mensaje dual a los adversarios. Primero, cualquier ataque provocará una respuesta que será precisa, devastadora y tecnológicamente superior a cualquier predicción de inteligencia. Segundo, y de manera más fundamental, la era en la que las potencias externas podían dictar condiciones a Irán mediante el uso de la fuerza abrumadora ha terminado.

Como enfatizó Nasirzade, cualquier futuro “aventurerismo y maldad” será respondido con una reacción que no solo será proporcional, sino “más allá de todo cálculo”, entregada por una nueva generación de misiles, preparados en sus silos, esperando la orden de lanzamiento.


Texto recogido de un artículo publicado en PressTV.