Publicada: viernes, 3 de marzo de 2023 9:23

Uno de los últimos ejemplares de guepardo asiático nacidos en cautiverio en Irán, llamado Pirouz, falleció el pasado 28 de febrero debido a un fallo renal.

Por Xavier Villar

Desde su nacimiento en marzo del año pasado en el noreste del país persa, este cachorro se había convertido en un símbolo nacional. 

Según el veterinario a cargo, el animal tenía una probabilidad de supervivencia del 60 % en el momento de su nacimiento. Además, Pirouz tenía problemas digestivos que le impedían una correcta alimentación en las primeras semanas de vida. 

La muerte de Pirouz, cuyo nombre en farsi se traduce como "victorioso", ha sido utilizada para criticar y culpar a la República Islámica. La politización de su muerte pone de relieve cómo la llamada oposición utiliza cualquier excusa para criminalizar a la República Islámica y a sus dirigentes. 

La muerte de Pirouz, sin tener en cuenta sus problemas físicos, está siendo utilizada para lograr dos objetivos. Por un lado, se acusa a la República Islámica de dejadez y de haber causado, debido a su natural pasividad respecto a las cuestiones medioambientales, la muerte del cachorro. Por otro lado, se intenta presentar a un grupo de "ambientalistas" iraníes, actualmente encarcelados en Irán acusados de espionaje, como víctimas.

 

Nadie que haya estado en Irán puede negar los problemas ambientales, especialmente la polución, que sufren ciudades como Teherán, así como la necesidad imperiosa de políticas medioambientales. El problema es que muchas de las críticas "verdes" hacia la República Islámica buscan un cambio total en la visión política del país. En otras palabras, estas críticas hacen parecer necesario un cambio de régimen en Irán como condición imprescindible para la protección del medioambiente.

La utilización de la cuestión ambiental no es nueva. La entidad sionista lleva varios años utilizando el "greenwashing" para lavar su régimen colonial en Palestina. En el caso iraní, se utiliza un lenguaje verde para intentar articular un discurso que presente a las autoridades como "ecocidas". Este discurso sirve para deslegitimar a la República Islámica y sus políticas, siguiendo una línea discursiva que nos cuenta que Pirouz murió por culpa del Estado, que es el propio Estado el que está destruyendo los ecosistemas iraníes y que la vida de las personas, incluyendo a sus propios habitantes, no tiene ninguna importancia para el "régimen".

En esta cadena de equivalencia, el medioambiente y los habitantes de Irán solo pueden estar protegidos en una articulación política distinta a la actual.

Si bien se ha prestado atención previamente a la contaminación en las grandes urbes iraníes, es justo resaltar los esfuerzos institucionales en la adopción y promoción de políticas medioambientales. Es importante destacar que dichas políticas no siguen una perspectiva occidental, sino que se basan en la tradición islámica.

Un discurso del Líder de la Revolución Islámica de Irán, el ayatolá Seyed Ali Jamenei, pronunciado en marzo de 2021 con motivo del Día Nacional de la Plantación de Árboles (Día del Árbol), es relevante en este sentido. En el discurso, se enfatiza que la protección del medio ambiente es una responsabilidad que incumbe a toda la humanidad, y que esta tarea no debe ser vista simplemente como un formalismo, sino que es fundamental para el Irán contemporáneo y sus habitantes.

 

El discurso —cuya versión completa está disponible aquí— es relevante porque expresa una preocupación por la naturaleza desde una perspectiva islámica. No es necesario, por lo tanto, adoptar una visión occidental para proteger la naturaleza y guiar las relaciones entre ella y el ser humano. Decir lo contrario, es decir que se necesita un cambio de régimen en Irán para evitar la destrucción de la naturaleza, es una visión colonial. Esta perspectiva nos retrotrae a la llamada "misión civilizatoria" de Occidente, que implica que los nativos son incapaces de gobernarse a sí mismos y que solo los occidentales y aquellos políticamente asimilados a Occidente pueden ejercer el gobierno.

También se ha hablado de la relación entre ciertos "ambientalistas" y el espionaje. Obviamente, no se busca criminalizar a todo el movimiento ambientalista iraní ni negar su necesidad. Sin embargo, no podemos negar la relación entre algunos ambientalistas y el espionaje. Varios ambientalistas encarcelados actualmente están acusados de espiar instalaciones militares bajo la excusa de realizar investigaciones medioambientales. En concreto, la cobertura utilizada para espiar ha sido la de investigar la vida de los guepardos en su hábitat natural. Bajo esta cobertura, al menos tres espías fueron arrestados cerca de varias bases militares utilizadas para el lanzamiento de satélites y misiles.

La oposición a la República Islámica está utilizando la muerte de Pirouz para centrar la atención en los "ambientalistas" encarcelados en Irán. Según su punto de vista, el encarcelamiento y la muerte del guepardo vuelven a poner en el centro del debate la presunta negligencia del Estado en relación con los problemas ambientales. Para la oposición, el Estado iraní no solo permite la muerte de un animal en peligro de extinción, sino que también prefiere encarcelar a los ambientalistas antes que reconocer su fracaso político.

Sin embargo, esta retórica no puede ocultar el verdadero interés de la oposición verde en Irán, que no es otro que un cambio de régimen.


Xavier Villar es Ph.D. en Estudios Islámicos e investigador que reparte su tiempo entre España e Irán.