En un comunicado publicado este miércoles en su página Web, la organización pro derechos humanos Human Rights Watch (HRW) documenta el caso de 3 hombres detenidos que fueron severamente golpeados, pateados y amenazados con torturas y incluso la muerte.
Es muy preocupante que la Policía en el sureste de Turquía parece estar volviendo a tácticas abusivas en respuesta a las amenazas a la seguridad", ha precisado Benjamin Ward, subdirector para Europa y Asia Central de HRW.
Los hombres fueron arrestados durante una operación realizada el día 7 del pasado agosto en el distrito de Silopi (la provincia suroriental y kurda de Sirnak), cerca de la frontera con Irak.
“Los tres hombres, tras ser acusados de pertenecer al Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) fueron detenidos frente a un hospital donde habían acudido acompañando a sus familiares que necesitaban tratamiento médico por las lesiones sufridas durante enfrentamientos armados”, ha explicado Benjamin Ward, subdirector para Europa y Asia Central de HRW.

Ward ha hablado también de otro caso en el que la Policía turca detuvo el 30 de julio de 2015 a un muchacho, en la localidad de Cizre (en la misma provincia de Sirnak), sin permitir que reciba atención médica por una grave herida de bala.
"Es muy preocupante que la Policía en el sureste de Turquía parece estar volviendo a las tácticas abusivas en respuesta a las amenazas a la seguridad", ha precisado.
Ward insta a Ankara a investigar de manera urgente las denuncias de violaciones de los derechos de prisioneros y procesar a los responsables, así como garantizar que las personas detenidas no reciban malos tratos y que tengan acceso inmediato a un tratamiento médico adecuado.
Turquía está viviendo una caótica situación desde julio pasado, cuando un atentado suicida, atribuido por Ankara al grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), provocó la muerte de 32 personas y dejó más de un centenar de heridos durante un mitin kurdo en la ciudad fronteriza de Suruç.
El PKK acusó al Gobierno de Ankara de apoyar y facilitar que EIIL ejecutara el ataque, razón por la que tiroteó y abatió a dos agentes policiales en la ciudad de Ceylanpinar, en el sureste del país.
Como respuesta, la aviación militar turca bombardeó las posiciones del PKK tanto en Turquía como en Irak y confirmó el fin de la tregua establecida hace dos años con los kurdos.
Varios analistas políticos creen que Ankara está enfrentando las consecuencias de su apoyo a los grupos terroristas con los que el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, comparte un interés común: el derrocamiento del mandatario sirio, Bashar al-Asad.
El diario Cumhuriyet reveló hace meses cómo la inteligencia turca enviaba cargamentos de municiones y explosivos a los terroristas y facilitaba el paso de los radicales extranjeros a Siria.
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