Esta semana, Japón conmemora el 80.º aniversario de los bombardeos atómicos de EE.UU. sobre Hiroshima y Nagasaki, dos tragedias que marcaron profundamente la historia del país y del mundo. A través de ceremonias, ofrendas florales, momentos de silencio y actos simbólicos, el pueblo japonés mantiene viva la memoria de los caídos y renueva su compromiso con la paz y la no proliferación nuclear.
El 6 de agosto de 1945, Estados Unidos borró del mapa Hiroshima, tras atacar esta ciudad con una bomba atómica de gran potencia, acción que repitió tres días después en Nagasaki, forzando la rendición incondicional de Japón y, con ello, el final de la II Guerra Mundial. Los bombardeos mataron a casi 300 000 personas en ambas ciudades.






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