El ministro de Asuntos Exteriores de Dinamarca, Lars Løkke Rasmussen, expresó el miércoles su preocupación por un informe del Wall Street Journal, declarando a la agencia de noticias Ritzau: “Me preocupa mucho, porque no espiamos entre amigos”.
De camino a una reunión en Varsovia, agregó: “No puedo saber si es cierto porque está en un periódico. Pero no parece haber sido rechazado con firmeza por quienes lo denuncian. Eso me preocupa”.
El informe del Wall Street Journal involucra a varias agencias estadounidenses, entre ellas la Agencia Central de Inteligencia (CIA), la Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA) y la Agencia de Seguridad Nacional (NSA).
El informe señala que los jefes de inteligencia de EE. UU. instaban a estudiar el movimiento independentista de Groenlandia y su postura frente a los esfuerzos estadounidenses por extraer recursos de la isla, según el Wall Street Journal, que cita a dos funcionarios anónimos familiarizados con el asunto.
El reporte revela que la recopilación de inteligencia se centrará, en parte, en identificar a personas en Groenlandia y Dinamarca que apoyen el interés de la administración de Donald Trump en apoderarse de la isla.
El esfuerzo de espionaje podría incluir el uso de satélites espías estadounidenses, intercepciones de comunicaciones e inteligencia humana, según el informe.
Esta medida ha alarmado aún más a Dinamarca, aliado de Estados Unidos y miembro de la OTAN, que ha reiterado en varias ocasiones que la isla no está disponible para la venta ni para la anexión. El país tiene previsto invertir 1500 millones de dólares para proteger Groenlandia, que goza de un estatus autónomo bajo la monarquía constitucional danesa.
Trump, quien desde su primera presidencia ha reflexionado sobre la posibilidad de adquirir Groenlandia, se negó a descartar la opción de tomar el control por la fuerza del territorio de 2 522 000 kilómetros cuadrados, durante una entrevista con NBC transmitida el fin de semana pasado.
A principios de enero pasado, antes de tomar posesión de su cargo, Trump puso sobre la mesa la posibilidad hacer uso de medidas de “presión militar o económica” para apoderarse de zonas estratégicas como Groenlandia o el canal de Panamá.
En este contexto, con la intención incluso de “comprar” la isla, subrayó la importancia estratégica del territorio, afirmando que eventualmente terminaría bajo control estadounidense.
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