“La furia del virus ilustra la locura de la guerra. Por eso, hoy hago un llamamiento a un alto el fuego global inmediato en todos los rincones del mundo”, ha dicho este lunes el máximo representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en una comparecencia.
Guterres ha lamentado que, a pesar de que el mundo se enfrenta a un enemigo común (COVID-19) que “no entiende de nacionalidad o de etnia, de facciones o de fe”, sino que “ataca indiscriminadamente”, los conflictos armados continúan.
De acuerdo con el máximo dirigente del foro internacional, las mujeres, los niños, la gente con discapacidades, los marginados y los desplazados son quienes pagan el mayor precio de estas guerras y ahora también constituyen los grupos vulnerables que enfrentan al alto riesgo de sufrir pérdidas devastadoras por el posible contagio del letal patógeno.
El secretario general de las Naciones Unidas ha recordado que, en los países arrasados por las guerras, los sistemas de salud no solo son precarios, sino que suelen estar colapsados. “Los profesionales de la salud, ya pocos en número, suelen ser atacados” por los grupos armados, agrega Guterres.
Por todo ello, el alto cargo de la ONU ha exhortado a las partes beligerantes a cesar las hostilidades, silenciando y bajando sus armas, ya que es el momento de aunar los esfuerzos para luchar contra la pandemia global del nuevo coronavirus. “Hay que acabar con la enfermedad de la guerra y luchar contra la enfermedad que está arrasando nuestro mundo”, ha reclamado.
El mundo se enfrenta a un mortal patógeno que por primera vez se detectó en un mercado de mariscos de la ciudad china de Wuhan a fines de diciembre. Desde entonces hasta la fecha, el coronavirus no ha parado de extenderse, de modo que las cifras globales indican que más de 378 000 personas se han infectado y 16 400 han muerto. El COVID-19 se ha propagado en 190 países, por lo que la Organización Mundial de Salud (OMS) ha calificado esta enfermedad de pandemia global.
El contagio del nuevo coronavirus ha provocado verdaderos estragos en Italia (6077), China (3270), España (2311), Irán (1812) y EE.UU. con 545 víctimas mortales. La mayoría de estas naciones, junto a otras, ha impulsado medidas drásticas para contener la propagación de la enfermedad entre su población, entre ellas, ha decretado el confinamiento y el cierre de los negocios no esenciales.
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