"Estados Unidos, Asia y Europa deben saber que parte de la soja, la carne y el azúcar que les llega está manchada de sangre de niños indígenas. Seguir consumiéndolos es alentar más crímenes contra nuestros pueblos", declaró Lindomar Terena, coordinador de Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).
Estados Unidos, Asia y Europa deben saber que parte de la soja, la carne y el azúcar que les llega está manchada de sangre de niños indígenas. Seguir consumiéndolos es alentar más crímenes contra nuestros pueblos", declaró Lindomar Terena, coordinador de Articulación de los Pueblos Indígenas de Brasil (APIB).
Terena agregó que portavoces indígenas viajaron a Alemania, Francia y a la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington (capital de EE.UU.) para informar de su campaña.
El llamado a boicot, lanzado hace unos días, proviene de seis pueblos indígenas guaraníes del estado occidental de Mato Grosso del Sur que cuentan con el apoyo de movimientos sociales, sindicatos y la Iglesia brasileña, así como de Amnistía Internacional (AI).
Los nativos llaman a los compradores extranjeros a dejar de adquirir —a través de gigantes brasileños como JBS, Marfrig, Bunge y ADM— los productos agrícolas del estado de Mato Grosso del Sur, productor importante de soja, maíz, caña y carne. Exporta principalmente a China, Italia, Argentina y Holanda.
El boicot ha provocado preocupaciones en los hacendados de la zona, cuyos ingentes ingresos provienen de la venta de sus productos, sobre todo al extranjero.
Anteriormente, los indígenas pidieron a la Coca Cola que deje de comprar azúcar al gigante de la agroalimentación estadounidense Bunge, pues la obtiene de tierras robadas a esa tribu, según Survival, una organización no gubernamental con sede en Londres.
"Es una iniciativa completamente ridícula. Los indígenas están siendo manipulados con el objetivo de debilitar nuestra economía", criticó Mara Caseiro, diputada local e hija de agricultores.
Las tierras de esta región son objeto de un antiguo conflicto entre los guaraníes y los hacendados. Los indígenas reclaman estas tierras como herencia sagrada de sus antepasados, de las que fueron expulsados por métodos violentos, mientras que los agricultores alegan que compraron sus fincas legalmente.
Los conflictos por tierras en esta región fronteriza con Paraguay han sido la causa de 390 asesinatos de guaraníes desde 2003, según recuentos de organizaciones indigenistas.
En agosto pasado, un grupo de guaraníes invadió las fincas rurales y, días después, los terratenientes respondieron con un tiroteo que resultó en la muerte de un indio.
Desde entonces, para evitar un recrudecimiento del conflicto, el Gobierno envió el Ejército a la zona, mientras las partes discuten soluciones.
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