En un acto organizado este domingo en la ciudad de Río de Janeiro, el mandatario ha llamado a sus simpatizantes a salir, por última vez, a las calles el próximo 7 de septiembre. “Convoco a todos ustedes para que el 7 de septiembre vayamos a las calles por última vez. Esos pocos sordos de capa negra tienen que entender lo qué es la voz del pueblo”, ha señalado arremetiendo, de este modo, contra el máximo tribunal del país, órgano que lo ha imputado por vulnerabilidad de las urnas electrónicas.
Bolsonaro se ha mostrado preocupado ante la supuesta posibilidad de que Brasil experimente “los dolores del comunismo”, y sin mencionar el nombre del expresidente izquierdista Luis Inácio Lula da Silva, le acusó de querer disminuir las libertades, si gana las presidenciales del 2 octubre.
El candidato del Partido Liberal (PL) ha resaltado abiertamente la necesidad de atraer a los jóvenes que, según los sondeos, prefieren en su mayoría a Lula, a su lado para mostrarles la verdad sobre el candidato que apoyan. En este contexto, ha destacado la situación en los países suramericanos que apoyan a Lula: “Miren la miseria en que están esos países, miren a Venezuela (...) miren para dónde está yendo nuestra Argentina, con 50 % próximo de la línea de pobreza”, ha aducido.
Bolsonaro, que apareció en el acto mientras llevaba un chaleco antibalas bajo su camisa, fue acompañado por su esposa, Michelle Bolsonaro, considerada como una pieza clave en la campaña del mandatario para reducir el rechazo de la población femenina.
Según el último sondeo de Datafolha, publicado el pasado junio, Bolsonaro cuenta con el 28 % de intención de voto, mientras que el líder del Partido de los Trabajadores (PT) lidera la carrera con el 47 % de los votos.
El comité de campaña de Bolsonaro se esfuerza para revertir la desventaja del dignatario ultraderechista, tan partidario del estilo del expresidente de EE.UU., Donald Trump, que lo apodan “el Trump brasileño”. Entre las banderas izadas en su campaña en Río de Janeiro se vio una de Trump.
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