Por temor a la muerte y a la violencia tanto del Ejército de Myanmar (Birmania) como de los budistas extremistas, al menos 650 mil musulmanes rohingyas huyeron a Bangladés. Una brutal represión que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) califica de “limpieza étnica”.
Los sobrevivientes de la sangrienta masacre del Ejército birmano opinan que no habrá fin a sus dolores y sufrimientos.
Como medida para calmar las críticas internacionales, el Gobierno de Myanmar firmó en noviembre pasado un memorando con Bangladés para repatriar a la minoría rohingya. Estos serán reasentados a partir de este martes en campos de repatriación cuyas condiciones han generado dudas entre los propios rohingyas y la ONU.
Según Médicos Sin Fronteras (MSF), al menos 6 mil 700 rohingyas fueron asesinados en el primer mes de la ola de violencia del Ejército de Myanmar, que comenzó a finales de agosto en el estado de Rajine. Ahora queda por ver cómo garantizará Myanmar la seguridad de quienes decidan regresar a sus hogares.
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