Alrededor de medio millón de israelíes protestaron el sábado en diferentes partes de los territorios ocupados para objetar la polémica reforma judicial, promovida por el gabinete extremista de Benjamín Netanyahu.
El premier israelí ha asegurado que no va a dar el brazo a torcer. “No aceptaremos la anarquía”, ha dicho.
Asimismo, ha llamado al jefe de personal militar y los jefes de los departamentos de seguridad que tomen “una postura más dura” contra los manifestantes.
Tampoco ha dejado de mencionar las protestas dentro de las filas militares, pidiendo al jefe del estado mayor del ejército, Herzi Halevi, que combata “agresivamente la negativa a servir”, avisando que “un estado que quiere existir no puede tolerar tales fenómenos y no lo toleraremos”.
Al dirigirse al servicio de seguridad interna israelí Shin Bet, le urgió a adoptar “medidas enérgicas” contra la instigación a actos en su contra o sus aliados.
Los israelíes llevan ya 10 semanas consecutivas protestando contra el plan de ‘Bibi’ de reformar radicalmente el sistema judicial. La iniciativa, considerada un “golpe judicial” por los críticos, limitaría la autoridad de los asesores judiciales, y permitiría que una mayoría simple de parlamentarios pueda anular una sentencia del tribunal supremo que implique derogar una ley o una decisión del gabinete.
Por ello, como Netanyahu lleva años enjuiciado por cargos de corrupción, soborno y traición a la confianza, autoridades y analistas alertan que el premier pretende influir en su juicio a través de la reforma judicial.
Esta misma semana, Netanyahu se negó a aceptar una alternativa a su polémica reforma propuesta por el presidente del ente sionista, Isaac Herzog.
Las masivas protestas, que cada vez más se tornan violentas, así como el rechazo masivo de los militares y reservistas de distintas ramas de fuerzas armadas a servir en el ejército, han creado, de hecho, la “peor crisis” en Israel desde su creación, algo que ha puesto a este régimen en camino de una implosión y una “guerra civil”.
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