El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef, en inglés) subrayó además que de los 923 muertos, desde abril, una cuarta parte son menores.
Los niños enfermos de cólera no pueden entrar al hospital. Son atendidos en las tiendas de campaña, fuera del centro sanitario. Esta es la situación de miles de enfermos de cólera que han venido a la capital yemení, Saná, en busca de ayuda. En el hospital apenas hay espacio para moverse. Los pacientes están siendo tratados en los pasillos. La epidemia se propaga a una velocidad alarmante.
El cólera es la nueva cara de la catástrofe humanitaria que viven los yemeníes y amenaza la vida de millones de personas. La mitad de los 124 mil casos reportados por el reciente brote son niños y muchos de ellos padecen de desnutrición. Los suministros de comida, combustible y medicinas son muy escasos, y la falta de agua potable y saneamiento adecuado expone la salud de millones de personas a riesgos graves.
La gota que colma el vaso es la guerra y el bloqueo total que ha impuesto Arabia Saudí contra el empobrecido país. La mayor parte de las infraestructuras han sido destruidas en los últimos dos años por los ataques aéreos saudíes y los yemeníes no pueden recibir ayuda.
En esta mezcla de crisis, Yemen se ha convertido en uno de los peores lugares del mundo para crecer un niño. Más del 80 por ciento de la población infantil de Yemen necesita ayuda humanitaria urgente. Si la comunidad internacional no actúa ya, ante el conflicto, la situación se complicará aún más.
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