En una creciente ola de solidaridad con Gaza, un grupo de activistas sirios y palestinos se reunió en la Plaza del Hiyaz, centro de Damasco, para llamar a los ciudadanos a boicotear los productos de las empresas que apoyan la expansión militar y de asentamientos de Israel. Los manifestantes afirman que estas empresas se benefician del derramamiento de sangre palestina.
Los manifestantes portaban pancartas que denunciaban cómo el gasto de los consumidores puede convertirse en financiación para armas utilizadas contra los palestinos. Creen que, al comprar ciertos productos, los consumidores contribuyen inadvertidamente a crímenes de guerra.
La protesta no fue solo una campaña de boicot, sino un fuerte recordatorio de la unidad entre sirios y palestinos. Los participantes rechazaron la normalización de relaciones con Israel y afirmaron que apoyar a Palestina es un deber moral que trasciende cualquier religión o etnia.
Desde el corazón de Damasco, estas jóvenes voces exigen acción, no sólo compasión, para Gaza. Para ellas, el boicot es una forma de resistencia, y la solidaridad, un deber que trasciende fronteras y creencias.
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