“Hemos creado las condiciones para un proceso de arreglo político [en Siria], que actualmente se está debilitando no por culpa nuestra. Sin embargo, está en marcha”, ha señalado este lunes Serguéi Lavrov, según informa la agencia de noticias rusa TASS.
El medio recoge que el jefe de la Diplomacia rusa ha tildado de “doble rasero” los comentarios hechos por autoridades estadounidenses y sus aliados europeos sobre la necesidad de contrarrestar la amenaza que supone el grupo terrorista Daesh tanto para Siria como para Afganistán.
En esta misma jornada, y horas después de que varios cohetes impactaron el Aeropuerto Internacional Hamid Karzai de Kabul, la capital de Afganistán, la rama afgana de Daesh se ha atribuido la autoría de los mencionados ataques.
El ministro de Asuntos Exteriores ruso ha recordado cómo los países occidentales, encabezados por EE.UU., recurrieron abiertamente a los terroristas de Daesh para tratar de derrocar al presidente sirio, Bashar al-Asad. “Cuando los extremistas de Daesh y sus compinches estaban en el umbral de la capital siria a punto de tomar el poder en Siria, Occidente lo observaba con bastante sosiego”, ha puntualizado.
De acuerdo a las declaraciones recogidas por TASS, Rusia ha apoyado a Siria a preservar su condición de Estado y, además, ha ayudado a preservar el cristianismo en Siria. “Es la cuna del cristianismo y el país corría el riesgo de la desaparición de todos los ciudadanos que profesan el cristianismo”, ha precisado.
El Gobierno sirio ha advertido en reiteradas ocasiones que las tropas estadounidenses de presencia ilegal en Siria y los milicianos respaldados por Washington no solo han complicado la crisis en la que sigue inmerso el país desde 2011, sino que, de hecho, han obstaculizado toda solución a la misma al reforzar la dinámica de guerra mediante terceros.
En este mismo contexto, son varios los reportes que muestran cómo EE.UU. ha estado detrás de una serie de complots para renovar la estructura de Daesh y justificar así su presencia en Siria, so pretexto de combatir a la banda takfirí, pero, en realidad, con el fin de saquear las riquezas del país árabe.
Una estrategia similar denunciada por los observadores que sostienen que Washington —cuya presencia de 20 años de duración en Afganistán causó un inmenso sufrimiento al pueblo afgano— refuerza, por un lado, a los talibanes y, por otro lado, a Daesh para propagar una espiral de violencia y, de este modo, encontrar una vía que justifique su futura misión intervencionista en el país asiático.
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