El horror ha invadido Francia tras el atentado en la ciudad de Niza el 14 de julio. Los llamamientos a la unidad nacional, cohesión y solidaridad se han repetido.
Pero la clase política francesa se ha enzarzado en una batalla de acusaciones en la que todos los golpes están permitidos. La oposición de derecha acusa al Gobierno de no haber hecho todo lo necesario para evitar los atentados, pero la más virulenta ha sido la presidenta de la formación de extrema derecha FN, Marine Le Pen.
La dignidad política en Francia ha perdido mucho con las declaraciones de unos y otros. Todos tienen los ojos puestos en las elecciones presidenciales de 2017 y el objetivo es ganar electores.
El FN, con un tercio de los votos en las últimas elecciones, se ha convertido en el primer partido de Francia y prosigue su ascensión. Los atentados de 2015 y el de Niza son el abono de una formación que para ganar apuesta por exacerbar los miedos y el repliegue sobre uno mismo.
Cuando el discurso, de derecha e izquierda, calca el de la extrema derecha, limitando libertades individuales y colectivas, apostando por el estado de emergencia permanente, pocos son los que levantan la voz y piden coraje y acercamiento al pueblo.
Juan José Dorado, París.
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