• El presidente iraní, Hasan Rohani (izq.), y el presidente de Irak, Barham Salih, 11 de marzo de 2019. (Foto: AFP)
Publicada: martes, 19 de marzo de 2019 16:13
Actualizada: martes, 19 de marzo de 2019 17:45

Un exfuncionario estadounidense confiesa que EE.UU. está irritado por los beneficios que se desprenden del reciente viaje del presidente iraní a Irak.

“La angustia que invade a la Administración de (el presidente estadounidense) Donald Trump por el viaje de (el mandatario iraní Hasan) Rohani a Irak se debe a los impactos negativos que causan los acuerdos políticos y económicos alcanzados entre ambos países sobre la política antiraní de Washington”, ha aseverado Richard Murphy, exsubsecretario de Estado de Estados Unidos.

En una entrevista concedida en exclusiva este martes a la agencia iraní de noticias IRNA, Murphy ha asegurado que las presiones de Washington a Teherán se producen, en parte, por las relaciones cada vez más cercanas entre Irán e Irak, un hecho que contraviene la política de EE.UU. que busca intentar aislar al país persa.

Sin embargo, conforme al exfuncionario de alto rango norteamericano, esta estrategia antiraní de EE.UU. no tiene nada que ver con las políticas de Irak y Washington, pues este último se ha visto obligado a aceptar la realidad de que Bagdad necesita mantener las transacciones comerciales y económicas con su vecino iraní.

Asimismo, en otra parte de sus declaraciones, ha indicado que, dado que “Estados Unidos no quiere entrar en guerra con Irán”, ha recurrido a la herramienta del aumento de las sanciones para poder cambiar la política del país persa.

La angustia que invade a la Administración de (el presidente estadounidense) Donald Trump por el viaje de (el mandatario iraní Hasan) Rohani a Irak se debe a los impactos negativos que causan los acuerdos políticos y económicos alcanzados entre ambos países sobre la política antiraní de Washington”, ha aseverado Richard Murphy, exsubsecretario de Estado de Estados Unidos.

 

No obstante, Murphy ha rechazado la hipótesis de que Washington pueda provocar “un cambio serio en la política de Irán”, ya que los acontecimientos que se han sucedido a lo largo de las últimas cuatro décadas desde la victoria de la Revolución Islámica hasta ahora han puesto en entredicho la eficacia de las sanciones.

De igual modo, al ser preguntado por el traslado de las fuerzas de EE.UU. de Siria a Irak para “vigilar a Irán”, tal y como anunció Trump, el exalto cargo estadounidense ha manifestado que, con dicha presencia militar, Washington busca mantener su poder de influencia en Irak ante la influencia de Irán en el país árabe y la región.

Además, ha admitido el destacado papel que ha desempeñado Irán en la lucha contra el grupo terrorista EIIL (Daesh, en árabe), una realidad que las autoridades estadounidenses intentan ignorar.

Distintos expertos políticos y analistas han comparado la visita oficial de tres días —del 11 al 13 de marzo— de Rohani a Irak, con la visita relámpago de unas dos horas —realizada el pasado 26 de diciembre— de su homólogo estadounidense a dicho país árabe.

Analizando la visita de Rohani a Irak, el portal estadounidense Bloomberg cuestionó abiertamente el viaje sin previo aviso de Trump, denunciando que el presidente norteamericano, después de 16 años de presencia militar estadounidense en Irak, se limitó a visitar, en mitad de la noche y a hurtadillas, una base de EE.UU. y se fue sin reunirse con las autoridades iraquíes. 

Las autoridades iraquíes han defendido en reiteradas ocasiones las relaciones que mantienen con Irán frente a las presiones de EE.UU., y han asegurado que Bagdad “no participará en el régimen de sanciones” unilaterales reimpuesto por Washington a Teherán tras abandonar EE.UU. el acuerdo nuclear internacional de 2015, conocido oficialmente como el Plan Integral de Acción Conjunta (PIAC o JCPOA, por sus siglas en inglés), además de recalcar que no se convertirá en una plataforma desde donde la Casa Blanca pueda atacar a su vecino oriental.

tmv/anz/snz/rba