Una mujer palestina de 65 años llamada Aziza Qishta contó cómo enterró sola con sus propias manos a su marido de 70 años, Ibrahim Qishta, después de que la pareja soportara dos meses de implacables ataques israelíes y el asedio a su casa en Rafah.
Ibrahim, que era ciego y no podía caminar sin ayuda, murió por un impacto de metralla en el cuello cuando un ataque aéreo israelí golpeó cerca de su casa en Khirbet al-Adas a principios de mayo.
Durante los dos meses anteriores al ataque, la pareja permaneció atrapada en su casa, sobreviviendo con los menguantes suministros de alimentos mientras los bombardeos y los ataques aéreos sacudían el vecindario.
Al contar su historia a Middle East Eye, Aziza expresó que después de que su esposo resultó herido, lo llevó en su espalda a una casa cercana, donde finalmente sucumbió a sus heridas.
Sin nadie alrededor y sin materiales, Aziza cavó su tumba sola cerca de un olivo en el jardín de la casa.
Sin ningún sudario, Aziza destacó que usó una cortina de ventana para envolver el cuerpo de su esposo y comenzó a meterlo al agujero ella sola.
“Metí su cuerpo en una bolsa de plástico, lo cubrí con una lámina de zinc, madera y luego tierra”, dijo. “Recité el Corán sobre él y lloré en silencio”.
Tras el entierro, Aziza regresó a casa. Solo quedaban una habitación y un baño.
Dos semanas después, Aziza revisó la tumba y descubrió que había sido alterada por disparos.
En otra parte de sus declaraciones, Aziza destacó que “su cabeza quedó expuesta, se me rompió el corazón. La recogí, la sentí tan ligera como una hogaza de pan, y la devolví a la tumba, cavé un poco más profundo, le puse un nuevo trozo de zinc y madera, y lo enterré de nuevo”.
Después de enterrar a su marido por segunda vez, y sin comida ni agua, Aziza tomó la desgarradora decisión de abandonar su hogar destrozado y enfrentar sola a los soldados israelíes.
Llevando un bastón con un paño blanco y dos pequeñas bolsas, caminó hasta un puesto de control militar.
En un puesto de control la detuvieron, le ordenaron a punta de pistola que se quitara el hijab y la fotografiaron.
“Al principio me negué”, explicó, “pero cuando me apuntaron con veinte rifles, lo quité; estaba roto”.
Fue llevada brevemente en un jeep y luego abandonada cerca de una zona desconocida, vagó durante horas antes de encontrar ayuda y finalmente reunirse con su familia.
La historia de Aziza es una de las muchas que surgen de Gaza, donde más de 54 400 palestinos han sido asesinados desde que Israel lanzó su guerra genocida en octubre de 2023, según el Ministerio de Salud de Gaza.
El Ministerio expresó que muchas víctimas siguen atrapadas bajo los escombros y en las carreteras porque los rescatistas no pueden llegar a ellas.
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