La Revolución Islámica de Irán no solo es un movimiento que se circunscribe al propio Irán o a Asia Occidental, es también una Escuela amplia de pensamiento que engloba lo social, político, cultural, religioso y económico, con características internacionales y que ha pasado a ser un fenómeno compartido global, debido a su sistema integral a partir de respuestas para una administración pública de cualquier territorio, Estado o país, ya que se remite al concepto de Sistema estatal islámico, devenido de las enseñanzas proféticas de Su Santidad el profeta Muhamad, saludos para él y sus descendientes.
Uno de los principales impulsores de esta revolución fue el Imam Jomeini, líder y fundador del Irán moderno, quien pudo deducir la teoría y práctica para el renacimiento del sistema islámico, tal como lo concibió el mensajero y enviado de Dios para la humanidad, Su Santidad Muhamad, paz y bendiciones para él y su descendencia purificada. Desde hace más de 15 siglos, a través del movimiento revolucionario espiritual islámico se entregaban derechos, deberes y obligaciones para las personas de la época, y específicamente, para la comunidad islámica, la Ummah, junto a las gentes del Libro; judíos, cristianos, sabeos y zoroastras.
Gracias al movimiento liderado por Imam Jomeini (que en paz descanse), la Revolución Islámica de Irán triunfó en base a los principios religiosos devenidos del Sagrado Corán, las enseñanzas proféticas, las perspectivas de los sabios musulmanes y el intelecto, es decir, de las mismas bases del Islam para generar una protección a los derechos humanos, apoyándose en el derecho de resistencia cultural frente a la opresión de la dictadura monárquica del entonces shah Reza Pahlavi junto a su corte, los que permanecían bajo la influencia militar de los Estados Unidos.
En base a estos aspectos la Revolución Islámica de Irán, y su ejemplo mundial, se ha transformado en un patrimonio cultural para los pueblos del mundo, y particularmente, para los pueblos de Latinoamérica.
La luz que este movimiento ha emitido a los países latinoamericanos ha sido como una completa guía para los buscadores de la paz, la justicia social y la liberación de los pueblos contra la opresión del sionismo económico y del imperialismo norteamericano, sobre todo, para quienes han iniciado un viaje espiritual desde que triunfara el sistema islámico en 1979.
Desde el año de la adopción del sistema islámico en los corazones iraníes éste ha trascendido en muchos latinoamericanos que se han beneficiado de las enseñanzas espirituales de la Revolución Islámica de Irán en distintos aspectos de la vida, quienes han recurrido a las respuestas emanadas de las fuentes islámicas ancestrales hacia distintos ámbitos.
De esta forma, los círculos cercanos o lejanos de quienes han tenido contacto con los estratos de la Revolución Islámica de Irán, instalada como sistema, no pueden negar el proceso de cómo se gestó el renacimiento islámico en Irán, o cómo la sociedad del país pudo beneficiarse de los resultados de las gestiones administrativas nacionales, hechos que llegan a América Latina en su historia reciente como reflejos de la autodeterminación cultural e independencia, avanzando así lejos del modelo neoliberal que ha tratado de imponer Estados Unidos como única visión política e ideológica en todo el mundo, negando cualquier intento para la autogestión de los pueblos, impidiendo, además, la espiritualidad proveniente de la religiosidad monoteísta que propone el Islam.
El sistema islámico, construido a partir de la Revolución Islámica de Irán, es, ante todo, una compleja estructura que abarca sus estratos sociales compartimentados, que responden a las múltiples necesidades de los pueblos que integran la República Islámica de Irán, cuyos engranajes han estado en continuo movimiento a partir del marco o contexto islámico, como si se tratara de raíces de un gran árbol con sus ramas, funcionando incesantemente hace 42 años.
Importantes dirigentes revolucionarios latinoamericanos, como Fidel Castro de Cuba, Hugo Chávez de Venezuela, Evo Morales de Bolivia y Daniel Ortega de Nicaragua, entre otros, han destacado el rol de la revolución islámica en el mundo, lo que significa que para el continente latinoamericano el movimiento ha tenido una importancia de independencia para los pueblos del mundo, y a su vez, es un modelo político vigente, considerando el rol activo para una lucha efectiva contra los poderes fácticos, como el imperialismo estadounidense, el neo-colonialismo europeo y el sionismo.
Hay que ponderar que la República Islámica de Irán no considera la importación de este modelo hacia América Latina, por el respeto a las culturas endémicas de los países de América Latina. Es así como modelos clonados, al estilo norteamericano en los países latinoamericanos, no tienen sentido alguno. Cada país latinoamericano, incluso, tiene sus diferentes realidades dentro de sus propios territorios. El perfil que se rescata y expone es el de la autodeterminación y la búsqueda inalienable de este derecho.
Respecto a los modelos importados, la actitud poco decorosa, incluso, del copiar y pegar del estilo neoliberal en América Latina, desde el calco estadounidense, ha visto su reciente fracaso a la luz de la pandemia de la COVID-19, sólo ha demostrado la insostenibilidad del sistema capitalista en base a recurrir a la figura de un Estado fuerte, que para el Imam Jomeini, líder y fundador de la Revolución Islámica de Irán, debía ser un Estado moderno, participativo e islámico para funcionar, según la cultura y las tradiciones del Islam.
El Imam Jomeini, Dios lo bendiga, gracias a su compromiso espiritual y político, tuvo que gestionar la desinstalación de un sistema anacrónico, cuya duración temporal había tenido cerca de dos mil años. Sin el compromiso del imam, y de su liderazgo, no habría terminado con los esquemas a los cuales Irán había adherido a Estados Unidos, tal como se observa en la actualidad a Norteamérica con las monarquías wahabitas y su aliado inspirador, el régimen sionista de Israel. Con la excepción de la República Islámica de Irán, actualmente, vemos que el mapa de alianzas geo-políticas entre Estados Unidos y los regímenes antidemocráticos monárquicos funcionan de la misma forma que con el Irán prerrevolucionario estaba funcionando, de ahí nace el odio hacia Irán de las elites que rigen los Estados Unidos y sus satélites árabes dominados por el sionista Wall Street.
Para este año 2021 la Revolución Islámica de Irán se apoya en el movimiento de los pueblos monoteístas, los que confluyen hoy gracias al mismo compromiso adquirido por Imam Jomeini, y de esta forma, el modo de vida que enseña el Islam de la familia del profeta Muhamad (saludos y bendiciones con él y con sus descendientes) hará nuevamente que se note el algoritmo del fracaso neoliberal en las multitudinarias manifestaciones de este 22 de Bahman, según el calendario persa, 11 de febrero; calendario occidental, donde en todas las ciudades iraníes saldrán millones de ciudadanos para renovar los votos de fidelidad con la Revolución Islámica de Irán y marcar así los díez días de la Década del Alba espiritual con que el país se regocija, sin influencias imperialistas ni sionistas.