Publicada: sábado, 14 de diciembre de 2013 20:18
Actualizada: jueves, 10 de diciembre de 2015 11:16

Por: Rasul Gudarzi Los esfuerzos de Irán y el Grupo 5+1 (EE.UU., el Reino Unido, Francia, Rusia, China más Alemania) para despejar las dudas sobre las actividades nucleares iraníes, provocaron una fuerte reacción del régimen de Israel y Arabia Saudí. Un hecho que ha motivado una alianza entre estos que en un tiempo disponían de una relación muy tensa y polémica. Incluso una delegación militar de alto rango saudí, hace unos días, realizó una visita a los territorios ocupados de Palestina, para discutir el acuerdo recientemente alcanzado entre Irán y el Sexteto sobre el programa de energía nuclear de Teherán. De acuerdo con informaciones publicadas por la agencia de noticias palestina Al-Manar, el viceministro de Defensa de Arabia Saudí, el príncipe Salman bin Sultán Al Saud, y otros dos oficiales saudíes abordaron con las autoridades israelíes el tema del pacto nuclear iraní. El acuerdo, además de acercar a Arabia Saudí e Israel en su ofensiva contra Irán, parece que provocó una tensión en la relación entre las autoridades israelíes y los estadounidenses, una crisis semejante a la del año 1981. En aquel entonces, el premier israelí, Menachem Begin, se opuso categóricamente a las políticas de la Casa Blanca de vender un sistema de alerta temprana y control aerotransportado, o AEW&C, a Riad. El premier israelí calificaba el acuerdo de una amenaza para la seguridad nacional israelí. No obstante, el entonces inquilino de la Casa Blanca, Ronald Wilson Reagan, no tiró la toalla y vendió el equipamiento al país árabe. Ahora, la situación es diferente y el Riad que en aquel entonces se consideraba una amenaza para la seguridad israelí, se ha convertido en una alternativa de alianza contra Irán. Los diálogos nucleares, tras la llegada del nuevo Gobierno iraní al poder y la disposición de Washington a utilizar la diplomacia, dejando de lado la opción militar, han sido los principales detonantes de la rabia israelí. Por lo tanto, el premier Benjamin Netanyahu convocó reuniones con miembros y líderes judíos de EE.UU. y les pidió resistir ante los esfuerzos de Barack Obama para llegar a un acuerdo diplomático con Irán. Además conversó con los miembros del congreso de EE.UU., así como con los presidentes de China, Francia y Rusia para obstruir este proceso. Incluso el ministro israelí de Economía, Neftalí Bennett, se encontró personalmente con miembros del Congreso estadounidense para que adoptaran medidas antiraníes. Las movilizaciones de las autoridades israelíes eran tan amplias, que el diario Wall Street Jornal calificó esta actitud como una intervención en los asuntos internos del país norteamericano. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el lobby israelí en EE.UU. tiente tanto poder e influencia que las autoridades israelíes no tienen ningún miedo de perturbar las relaciones entre estos dos aliados estratégicos. Las tensiones llegaron a un nivel tan preocupante que el secretario de Estado, John Kerry, se vio obligado a dialogar con Netanyahu antes y después de los diálogos nucleares. Incluso luego de suscribir el acuerdo, el diario Washington Post, en un informe publicado el día 30 de noviembre, puso de relieve que Obama pidió a Netanyahu que evitara oponerse al acuerdo; y para llegar a un convenio sobre la manera de dialogar con Teherán sobre un acuerdo final, un grupo de expertos israelíes viajó a Washington y se reunió con expertos estadounidenses para consensuar una solución al respecto. Si bien el régimen de Israel y Arabia Saudí son de las minorías que se oponen al acuerdo, se ven posturas diferentes entre las propias autoridades israelíes. El ex primer ministro israelí, Ehud Olmert, es una de las figuras que se opuso claramente a las posturas de Netanyahu, ya que sus esfuerzos para demostrar que Irán resultó favorecido en los diálogos y calificarlo de “error histórico”, motivó aún más el aislamiento del régimen. Olmert dijo que “la retórica de guerra y confrontación de Netanyahu” era un error y que ignoraba “el discurso de paz del presidente iraní hacia los países occidentales”. Afirmó que apoyaba totalmente los esfuerzos de Obama para probar la seriedad de Irán con respecto a los diálogos sobre el programa nuclear, diciendo: “Si Irán es serio, ¿por qué no poner fin a este asunto con un acuerdo en lugar de con la fuerza?”. A parte del acuerdo nuclear, existen otros motivos para la crisis entre EE.UU. e Israel, entre ellos se puede destacar la política exterior de la Administración de Obama hacia Oriente Medio, especialmente Siria e Irán. Israel y Arabia Saudí apoyan una opción militar contra Siria, incluso habían propuesto cubrir los gastos de una campaña bélica junto con algunos países de la región de Oriente Medio, sin embargo, Obama cambió de opinión y sus planes se vieron anulados, por lo que el Gobierno de Damasco, que forma una parte primordial de la resistencia en Oriente Medio, se mantiene al mando del país. Por otra parte, teniendo en cuenta la creciente influencia de la República Islámica de Irán en la región, Netanyahu tiene miedo de un posible acercamiento entre Washington y Teherán. De ahí que EE.UU. para superar la crisis que atraviesa en la región, como el caso de Irak y Afganistán, necesite acercarse a Irán, algo que ayudaría a establecer la hegemonía del país persa en Oriente Medio, poniendo en peligro los intereses de este régimen. Con todo esto, Israel se enfrenta a tres retos fundamentales: por un lado, las discrepancias y diferencias internas y, por el otro, el nuevo Gobierno de Teherán cuya política moderada se basa en una interacción constructiva con el mundo y la Administración demócrata en EE.UU. que se opone a la guerra y conflictos, al contrario de los republicanos.