El Ministerio de Defensa de Rusia informó el 5 de abril del derribo de dos helicópteros militares ucranianos que intentaban incursionar en la ciudad de Mariúpol, situada en el sur de Donetsk (región del este de Ucrania), para evacuar a los cabecillas del batallón nacionalista Azov, una unidad militar de extrema derecha de voluntarios neonazis que operan en Ucrania como una fuerza de reserva de las Fuerzas Armadas del país.
Un oficial ucraniano que iba a bordo de uno de los dos helicópteros derribados, Dmitri Burlakov, ha manifestado que para la misión helicópteros antiguos Mi-8 de 1989 y tenían solo un GPS y gafas de visión nocturna.
“La misión fue planificada mal” y el mando ucraniano no ofreció ninguna compensación adicional, según ha recogido este sábado la agencia rusa de noticias Sputnik, que tuvo acceso al vídeo del interrogatorio del prisionero.
Conforme a los detalles que brindó Burlakov, aquel día les ordenaron despegar de Dniepropetrovsk, en el este Ucrania, a una zona de espera situada entre Dniepropetrovsk y Mariúpol. Luego, les han informado que un helicóptero Mi-8 ucraniano había sido derribado y ellos tenían que volar al lugar de la caída de la aeronave.
“Nos acercamos y desde lejos vimos humo. Al aproximarnos más, un misil nos impactó. Me desperté en el suelo”, concluyó Burlakov, que ahora se encuentra en un hospital militar ruso en Melitópol.
Mariúpol se ha convertido en un importante punto focal de los combates en el este de Ucrania. Las fuerzas rusas y sus aliados del Donbás se enfrentan a las tropas ucranianas y a los militantes neonazis de Azov en combates casa por casa en medio de los intentos de estos últimos para esconderse en zonas residenciales.
La operación militar rusa en Ucrania, que ya ha entrado en su 45.º día, estalló en reacción a la conducta agresiva de Kiev en la región del Donbás (este de Ucrania) y tras la negativa de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) a garantizar la seguridad de las fronteras rusas, precisamente la zona limítrofe con Ucrania.
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