Los ataúdes fueron encontrados en un sitio arqueológico en la necrópolis de Saqqara en Giza, Egipto, junto con tres nichos sellados que fueron desenterrados dentro de un pozo de 11 metros de profundidad.
La colección de ataúdes está en buenas condiciones a pesar del paso de 2500 años. Los estudios iniciales afirman que los ataúdes no se han abierto desde que fueron enterrados dentro del pozo.



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